Sociales

Mar ácido amenaza producción de crustáceos en México

Con información IPS Venezuela

Celina Domínguez, directora del Departamento de Comercialización de la no gubernamental Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Pescadores Nacionales de Abulón, recuerda la primera vez que la acidificación del mar afectó las zonas marítimas de Baja California, en México, hacia la década del 2000.

“Nos recuperamos, pero vimos el impacto. Cuando los buzos bajaban, no había abulón, las conchas estaban en el agua”, recuerda Domínguez, cuya cooperativa agrupa a 106 socios y cuya sede se ubica en Ensenada, una ciudad del noroccidental estado de Baja California.

El abulón (Haliotis) es un marisco univalvo muy apreciado en México por su valor en el mercado internacional, pero resiente muy rápidamente el aumento de la temperatura del agua y la acidez, signos inequívocos del cambio climático y su efecto sobre los océanos. Tarda entre cinco y seis años para alcanzar los 15 centímetros, la talla legal permitida para su captura.

La cooperativa estableció un laboratorio de cultivo del percebe para el repoblamiento de los campos y creó áreas de recuperación de la especie. Además, monitorean aspectos como la temperatura del agua, la salinidad y la consistencia del abulón, también conocido en otros lugares como oreja de mar, entre otros nombres.

Domínguez, descendiente de pescadores que fundaron la cooperativa en 1936, viaja con frecuencia a la isla de Cedros, a unos 440 kilómetros de la costa de Ensenada, en el océano Pacífico, y donde operan los campos pesqueros de abulón.

Los pescadores parten de madrugada para hurgar entre las rocas en búsqueda de los moluscos enquistados. El buceo implica varios surgimientos, hasta el fin de la jornada, pasado el mediodía.

Para la captura, la cooperativa opera una flota de 40 embarcaciones menores y cuatro barcos grandes para transporte de carga, recolección de producto y avituallamiento de los polígonos pesqueros.

Mediante una planta de procesamiento, el grupo aporta valor agregado a la pesca, al enlatarlo para su exportación a Estados Unidos y el sureste asiático. Esta cadena de valor denota la magnitud del impacto de la acidificación del océano.

El mar padece las consecuencias de la crisis climática, como la acidificación del mar, debido a la acumulación de dióxido de carbono (CO2), el gas detrás del recalentamiento planetario y generado por las actividades humanas, en el agua, la subida del nivel del agua y el aumento de la temperatura.

La Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Pescadores Nacionales de Abulón, con sede en la noroccidental ciudad de Ensenada, en el estado mexicano de Baja California, opera varios campos pesqueros en la isla de Cedros, frente a la costa de Ensenada, y de los cuales obtiene abulón y langosta, entre otras especies. Imagen: Cedmex

Conocimiento preocupante

Varios estudios científicos confirman que una mayor acidez conlleva a que los especímenes jóvenes de moluscos experimenten dificultades para formar concha de calcio y, por ello, sean presas débiles ante depredadores. En el caso de animales adultos, el agua corrosiva debilita los caparazones.

México tiene conocimiento desde, al menos 2007, sobre la presencia ácida en el mar y de sus potenciales impactos en el ecosistema en la península de Baja California.

Martín Hernández, investigador de la pública Universidad Autónoma de Baja California (UABC), recuerda que hallaron la presencia de aguas corrosivas en la zona marina del estado, limítrofe con Estados Unidos.

“Hay dos sitios donde hay datos de 30 años donde se registra una disminución de pH (potencial de hidrógeno, una medida de acidez o alcalinidad que indica la cantidad de iones hidrógeno presentes en una sustancia) y un aumento de CO2. Este es un tipo de contaminación con evidencias muy claras”, asegura a IPS.

Los corales se forman a partir de aragonita (carbonato de calcio), mientras que las conchas dependen de la calcita (otra forma de carbonato). El recalentamiento del mar, que provoca que los corales expulsen las algas que les dan color y se tornan blancos, y la acidificación destruyen estos arrecifes.

Para enfrentar los riesgos contra el abulón y promover el repoblamiento de áreas pesqueras, cooperativas, empresas y universidades cooperan en la crianza del molusco, como el laboratorio de la imagen en el estado mexicano de Baja California Sur. Imagen: Conapesca

Por cada molécula de CO2 que entra al océano, se liberan dos iones de hidrógeno, lo que disminuye el pH y la disponibilidad de carbonato para la formación de estructuras de calcio.

El pH regula diferentes procesos químicos y biológicos en el océano, como las variaciones en la tasa de calcificación en las especies marinas, en la toxicidad y bioacumulación de metales pesados y contaminantes orgánicos.

Además, la acidificación perjudica al plancton y fitoplancton, pues boicotean la formación de sus estructuras calcáreas y bloquean la fotosíntesis, al reducir la cantidad de oxígeno en el medio. Estas algas capturan CO2 y proveen de alimento a docenas de variedades marinas.

La corrosión proviene de la absorción e incremento de CO2 en zonas costeras debido a causas naturales y el aporte de agua submarina con alto contenido de este gas debido a los procesos de surgencias costeras.

Las surgencias definen la elevación del agua submarina desde la zona abisal o aguas profundas, caracterizada por su baja temperatura, alto nivel de nutrientes y acidez hacia la superficie por lapsos irregulares entre 10 y 15 días.

Una investigadora revisa los estanques de los percebes. Académicos del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, una ciudad del noroeste de México, realizaron un experimento para evaluar el efecto del agua ácida sobre los abulones y cuáles especies se adaptan mejor a esas condiciones. Imagen: Cicese

Victoria Díaz, académica del Departamento de Ecología Marina del gubernamental Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), subraya que es un proceso negativo para organismos marinos, aunque hay especies más tolerantes que otras.

“En peces, altera el comportamiento y el sentido del olfato, y eso permite que se acerquen a los depredadores. En camarones, el exoesqueleto pierde transparencia y son detectables fácilmente. Para quienes deben hacer estructuras calcáreas va a ser más difícil, porque la acidificación hace que haya menos disponibilidad de iones carbonato de calcio, como si fueran ladrillos para sus estructuras”, explica.

Varias áreas del Pacífico presentan niveles bajos de oxígeno y se caracterizan por tener pH bajo entre 50 y 100 metros de profundidad, por lo que son más propensas a padecer la acidificación.

Además, algunas regiones del Pacífico mexicano poseen valores de pH y de saturación de aragonita (forma cristalina del carbonato de calcio) por debajo de la proyección global (en 2100), lo que evidencia un alto contenido de carbono inorgánico disuelto en el agua submarina.

De hecho, operan al menos siete estaciones de monitoreo de variables de carbono en zonas de corales y de acuicultura, seis en el Pacífico mexicano y otra más en el Golfo de México.

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