Salud y Bienestar

¿Osteoporosis en la mujer deportista?

Para muchas personas a nivel mundial, el deporte fue clave al momento de afrontar la situación provocada por la pandemia COVID-19. Luego del confinamiento extremo, el deporte se convirtió en un bálsamo para disminuir el estrés y el aburrimiento. En estudios realizados en Europa, el 80% de las personas afirmaron que el mantenerse activo durante el confinamiento, los hizo sentir más saludables física y mentalmente.

Múltiples estudios avalan los beneficios que tiene el deporte para la salud y para mejorar las expectativas de vida de las personas. Sin embargo, el ejercicio físico y el deporte se pueden convertir en algo muy perjudicial, cuando su práctica se realiza por encima de nuestras posibilidades o expectativas. Para algunas personas, el ejercicio físico se puede convertir en una compulsión. Es decir, deja de ser algo que elige hacer y se convierte en algo que siente que tiene que hacer.

En las mujeres, se puede observar el síndrome conocido como la TRÍADA DE LA MUJER DEPORTISTA, el cual se caracteriza por tres componentes interrelacionados como son: trastornos de la alimentación, amenorrea (ausencia de menstruación) y osteoporosis. Lo que genera cierta preocupación en el ámbito médico deportivo en relación a la salud femenina.

El traumatólogo Christian Méndez, explica “Estos trastornos de la conducta alimentaria, pueden deberse a exigencias de un peso bajo en algunas disciplinas deportivas o al miedo de “engordar” que sufren algunas mujeres por convicción propia o por presiones sociales. Esto las impulsa a iniciar dietas restrictivas que desarrollarán adaptaciones metabólicas y endocrinas con el objetivo de ahorrar energía y alterar su ciclo menstrual. Esto produce disminución de los niveles de estrógeno en sangre, aumentando la pérdida de la densidad mineral ósea y los riesgos de enfermedades cardiovasculares”.

Estas adaptaciones metabólicas y endocrinas incrementan el riesgo de fracturas por estrés y osteoporosis a largo plazo, comprometiendo la carrera deportiva de las atletas de alto rendimiento, así como la salud de la mujer en general.

“Este síndrome no es algo nuevo, pero se comenzó a visibilizar a partir de la década de los 90, destacando la necesidad de abordar estos temas y proteger, no solo la salud de atletas de alto rendimiento, sino también a las mujeres que practican deporte de manera regular” asegura Méndez.

La mejor manera de prevenir este síndrome es educando y enseñando a los entrenadores, preparadores físicos, padres, representantes y a las propias mujeres, sobre los riesgos de la triada de la mujer deportista. Para ampliar esta información por las  redes sociales @drmendezve

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