Universidad de la ONU propone cinco grandes cambios sociales y ambientales
Cortesía de IPS
Ante el aumento de las desigualdades y la intensificación de crisis como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, y la contaminación, la sociedad debe abordar cambios en cinco áreas fundamentales, planteó el más reciente informe de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU).
“Durante años, los científicos nos han advertido del daño que estamos causando a nuestro planeta y de cómo detenerlo. Pero no estamos tomando medidas significativas”, afirmó la catedrática Shen Xiaomeng, directora del Instituto para el Medio Ambiente y Seguridad Humana de la UNU.
El informe “Riesgos de desastres interconectados 2025: Una nueva página” plantea que muchas de las soluciones actuales son simplemente ajustes superficiales y que para crear un cambio duradero es necesario cuestionar las estructuras sociales.
La primera de las áreas y de las soluciones propuestas es repensar el concepto de residuos para dar paso a una economía circular, que priorice la durabilidad, la reparación y la reutilización.
“El modelo mundial de ‘tomar-hacer-desechar’ es insostenible y genera 2000 millones de toneladas de residuos domésticos al año, suficientes para llenar una línea de contenedores marítimos que dieran 25 vueltas al ecuador”, dice el informe.
En cambio, por ejemplo, para producir aluminio reciclado se necesita 95 % menos de energía en comparación con la producción primaria; y el litio, que se utiliza en las baterías de artículos recargables como los teléfonos, se extrae en grandes cantidades, pero rara vez se reutiliza.
Actualmente se calcula que las reservas de litio se agotarán en torno a 2050, y al mismo tiempo, se prevé que más de 75 % del litio extraído hasta 2050 acabará en la basura, por lo que “estamos agotando las reservas de litio mientras dejamos que el litio que ya está en uso se desperdicie”, señala el informe.
La segunda área es realinearse con la naturaleza, pues “la humanidad debe dejar de verse como separada y superior a la naturaleza. Ha intentado controlar los procesos naturales en lugar de coexistir con ellos, pero siglos de explotación han llevado a la deforestación, la extinción de especies y el colapso de los ecosistemas”, dice el texto.
Ya hay un millón de especies de plantas y animales en peligro de extinción y 95 % de los terrenos están alterados de su forma original debido a la actividad humana.
Un ejemplo mencionado es la canalización de los ríos, un proceso que los altera para que fluyan en línea recta, con el fin de mejorar la navegabilidad, crear más tierras agrícolas o proteger las ciudades de las inundaciones, pero se destruyen recursos como aire y agua limpios, alimentos o materiales para refugios.
La tercera de las áreas llama a reconsiderar la responsabilidad, pues “el mundo es un hogar compartido por más de 8000 millones de personas, pero los recursos y las oportunidades están desigualmente distribuidos”.
Diez por ciento de la población mundial posee 76 % de toda la riqueza.
Esa disparidad se extiende a las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta, y a cómo se sienten los impactos del cambio climático en diferentes partes del mundo.
“Las naciones y los individuos más ricos contribuyen de forma desproporcionada a las emisiones, mientras que los más pobres se llevan la peor parte de los desastres relacionados al cambio climático”, apunta el informe.
Un ejemplo que destaca es la compensación de carbono, con la que los países ricos evitan objetivos climáticos ambiciosos, compensando sus propias emisiones mediante la plantación de árboles en otras partes del mundo, trasladando así también los efectos negativos a esos otros países, el “colonialismo del carbono”.
En cuarto lugar presenta “reimaginar el futuro”, pues “el pensamiento a corto plazo -el problema del «presentismo»- domina la toma de decisiones. Como la sociedad tiende a centrarse en el aquí y ahora, a menudo trasladamos la responsabilidad a las generaciones futuras”.
El ejemplo que destaca el informe es el de los residuos nucleares: aunque algunos ven la energía nuclear como una alternativa limpia y sostenible a los combustibles fósiles, produce residuos radiactivos con una vida útil de más de 100 000 años.
La humanidad no ha encontrado la forma de eliminar adecuadamente esos residuos tóxicos, por lo que la mayoría de las veces se depositan en lugares de almacenamiento temporal, lo cual plantea riesgos de contención, con la esperanza de que las generaciones futuras resuelvan el problema.
Por último, propone “redefinir el valor”: el mundo es cada vez más rico, con un producto interno bruto global en aumento, pero más riqueza global no equivale a más prosperidad y bienestar globales. Los beneficios no se reparten equitativamente y la salud planetaria está empeorando.
El informe trata del desequilibrio de valores, en el que el valor económico suele anteponerse a otros, y un ejemplo citado son los bosques.
Los bosques sustentan la biodiversidad, así como la salud y el bienestar humano. Sin embargo, en algunos lugares, las tierras deforestadas se valoran hasta 7,5 veces más que las forestales, lo que provoca una fuerte presión económica sobre los bosques y la deforestación.
Entre los modelos alternativos, el informe menciona el Índice de Felicidad Nacional Bruta de Bután, que prioriza el bienestar y el equilibrio ecológico sobre el crecimiento económico.
Otra mención se le hace al tabaquismo, como ejemplo de un gran cambio social en el que el cambio de mentalidad y las normas se han unido para reducir drásticamente un comportamiento poco saludable.