Pemex explota los fósiles con dinero de bancos internacionales
Información IPS Venezuela
A la entrada del municipio de Paraíso, en el estado de Tabasco, en el sureste de México, hay una rotonda que muestra tres cosas emblemáticas de la zona: cangrejos, pelícanos y manglares.
Pero al monumento le falta otro elemento que ha sido vital para la región: el petróleo, que precisamente ha dañado los otros tres símbolos con su poder contaminante. Los animales marinos se han visto afectados por el petróleo y los manglares casi han sido talados en un territorio que tenía amplias reservas de crudo.
A pesar de la desvanecida bonanza, el gobierno mexicano decidió construir la refinería de Olmeca en el puerto industrial de Dos Bocas, dentro de Paraíso, para refinar unos 290 000 barriles diarios de petróleo provenientes del golfo de México y reducir así las importaciones de gasolina.
Será la séptima instalación del Sistema Nacional de Refinación en el país, en una zona portuaria que ya cuenta con un centro de embarque y exportación de crudo del grupo estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que controla en el país la explotación, refinación, distribución y comercialización de hidrocarburos.
La construcción de la nueva infraestructura sobre una superficie de 600 hectáreas comenzó en 2019, se inauguró oficialmente en 2022 pero la obra no está completada y su operación plena está planteada para 2024.
Sea como sea, la planta ya dejó ingresos para la economía local, en forma de alquileres, transporte, alimentos, pero también la envuelven temores por su impacto en una ciudad de más de 96 000 habitantes.
Genaro, un taxista que prefirió no dar su apellido, casado y con tres hijos, dijo que hay una sensación de riesgo. “Sabemos lo que ha sucedido en otros lugares donde hay refinerías, con toda la contaminación. Además, los accidentes ocurren”, declaró a IPS.
En las cercanías de la planta se encuentra la colonia (barrio) Lázaro Cárdenas, donde viven cientos de personas y bautizada así en honor al presidente que nacionalizó la industria petrolera y eléctrica en 1936.
Hay una percepción incómoda entre la población. Irasema Lozano, una maestra de 36 años, casada y madre de dos hijos, es una de los residentes que siente aprensión ante “el recién llegado” a la ciudad.
“Mire a su alrededor, hay casas, escuelas, tiendas. El gobierno dice que es una planta moderna y que no hay peligro, pero no nos sentimos seguros con esta enorme planta», dijo.
El taxista Genaro es dueño de una casa en el área, que tiene arrendada y piensa seriamente en venderla.
“Mire a su alrededor, hay casas, escuelas, tiendas. El gobierno dice que es una planta moderna y que no hay peligro, pero no nos sentimos seguros con esta enorme planta»: Irasema Lozano.
La construcción ha alterado la vida de la urbe expandida en torno a Dos Bocas. La “gente naranja”, el color de los uniformes que deben usar todos los que trabajan en la instalación, lo evidencian cuando se mueven por el lugar.
Hablar de petróleo en Tabasco es un asunto delicado, ya que el estado está acostumbrado a convivir con la explotación de un hidrocarburo de tipo liviano, de bajo contenido de azufre, barato y fácil de extraer. Es, además, el estado natal del presidente Andrés Manuel López Obrador, un acérrimo defensor de los combustibles fósiles.
Pemex ha financiado el megaproyecto de Olmeca con fondos públicos, a través de su filial Pemex Transformación Industrial. Su sucursal PTI Infraestructura y Desarrollo ha supervisado la construcción.
La obra ha tenido ya un elevado sobrecosto, ya que la inversión inicial se calculó el en 7000 millones de dólares, una cifra que ya escaló a 18 000 millones, según los últimos datos disponibles.
En esta ocasión, PTI ID no ha recurrido al mercado internacional para financiar la obra, según la respuesta a una solicitud de acceso a información pública de IPS
El sostén de la banca internacional
Tradicionalmente, Pemex ha dependido de los flujos de dinero de los bancos privados internacionales. Entre 2016-2022, 17 instituciones dieron 61 476 millones de dólares al grupo estatal, según los informes anuales bajo el título de «Banca en el caos climático«, producidos por un grupo de oenegés.
El británico HSBC fue el principal soporte financiero de Pemex durante ese periodo, con un aporte de 7658 millones, seguido por los estadounidenses Citi (6976 millones) y JP Morgan Chase (6044).
Los datos de Pemex dan una imagen más amplia, ya que muestran más actores en su campo crediticio. A través de préstamos directos, emisión de bonos, créditos revolventes (con renovaciones automáticas) y financiamiento de proyectos, 16 instituciones financieras le han otorgado 78 936 millones desde 2015.
Al hacerlo, los mercados internacionales permiten a Pemex obtener dinero para sus operaciones y desarrollo, pero a cambio la han convertido en la empresa petrolera más con la mayor deuda del mundo, de unos 100 000 millones de dólares, lo que supone una gran amenaza para ella y, por extensión, para el país.
El principal mecanismo utilizado es la cobertura o suscripción de seguros de las operaciones financieras de Pemex mediante el cobro de una comisión.
“Sus compromisos no son creíbles. Se ha dicho que no hay espacio para nuevos proyectos fósiles, pero los bancos siguen apoyando a las compañías petroleras, como Pemex”: Louis-Maxence Delaporte.
Maaike Beenes, líder de campañas sobre bancos y clima de la no gubernamental BankTrack, señaló a IPS que el gran flujo de financiamiento significa que los bancos se sienten seguros de que Pemex puede pagar la deuda.
“Sería porque piensan que hay garantías porque es una empresa estatal. Hay mucho financiamiento para la expansión de las actividades fósiles”, dijo desde la ciudad neerlandesa de Amsterdam.
En 2020, México ocupó el puesto 13 como productor de petróleo en el mundo y el 19 de gas. En cuanto a las reservas probadas de crudo ostenta el puesto 20 y el 41 respectivamente, según datos de Pemex.