Niñas y niños de México cargan con las cicatrices del desplazamiento climático
Hace tres años, Sandra Chontal jugaba a las escondidas entre las ruinas de su pueblo, El Bosque , en el municipio de Centla, en el estado de Tabasco, en el sureste de México. Las ruinas eran los restos de lo que antes la niña llamaba hogar.
En 2019 el oleaje comenzó a derribar los cimientos de algunas casas y siguió con escuelas, iglesias, el centro comunitario, la cooperativa pesquera, postes de luz y tuberías. El mar deshizo todo a su paso y no ha parado desde entonces.
Hoy las niñas y niños ya no tienen siquiera ruinas para jugar: la erosión costera les arrebató su pueblo, un territorio abrazado por el mar y por la desembocadura de los ríos Grijalva, Usumacinta y San Pedrito. Era un lugar perfecto para jugar “esconde-esconde» (como le llaman en Tabasco al juego de las escondidas o el escondite): había árboles de uva de mar, pinos, palmeras.
Todos se conocían y los niños podían divertirse en confianza.
Ahora, Sandra tiene ocho años y juega en Frontera, la cabecera municipal de Centla. Su reciente vivienda está en la Nueva Colonia El Bosque —a 10 kilómetros de su pueblo—, un predio con 51 casas donde las familias de El Bosque fueron reubicadas en 2024, tras un proceso comunitario y organizativo para exigir al Estado justicia climática.
Ese mismo año, esta comunidad fue reconocida oficialmente como la primera desplazada climática en México.
Entre 2016 y 2021, los desastres relacionados con el clima (inundaciones, tormentas, sequías e incendios forestales) causaron 2,3 millones de desplazamientos internos de niñas, niños y adolescentes en América Latina y el Caribe, de acuerdo con el informe “Niños y niñas desplazados por el cambio climático”, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). De El Bosque, salieron cerca de 90 niños y adolescentes.
“En El Bosque podíamos jugar libres, podíamos irnos a la playa”, cuenta Sandra. “Hasta que un día se puso la marea muy fea y a nosotros nos dio miedo. Bueno, a mí más. Y cuando escuchaba las olas, yo lloraba”, añade.
En su nueva casa, la niña tiene solo dos opciones para jugar: bajo el árbol de uva de mar o bajo un árbol de mango que está en la entrada de la colonia.
Lo que la erosión costera se llevó
A nivel nacional, la costa tabasqueña es de los sitios más vulnerables al incremento del nivel del mar, por su ubicación en una extensa llanura inundable. Los 191 kilómetros de costa de este estado, caracterizadas por su bajo relieve, sustrato erosionable, retroceso histórico de la línea costera y oleaje de alta energía, constituyen uno de los sitios más críticos.Según el estudio de revisión de literatura «Implicaciones de la potencial elevación del nivel del mar para la población costera de Tabasco, México«, publicado por la revista científica Estudios Demográficos y Urbanos (con revisión por pares), la zona costera tabasqueña ha sufrido una importante alteración que rompe con la dinámica natural que garantiza su funcionalidad, debido a la actividad productiva.Los cambios en el uso del suelo, así como la modificación de la hidrodinámica, han contribuido a transformar los procesos naturales del paisaje tabasqueño, “disminuyendo su capacidad de amortiguar las amenazas asociadas a eventos tanto de origen natural como antrópico, entre ellos el cambio climático”.
El estudio también afirma que el análisis de datos satelitales se ha utilizado para modelar el calentamiento global, el cual se estima ha ocasionado una expansión térmica del agua oceánica. En Tabasco, entre 1995 y 2008, hay evidencias de subsidencia y/o ascenso del nivel del mar, con una disminución de 449 997 m² de terreno, lo que representa un retroceso de dos metros anuales.
De acuerdo con el artículo “Indicadores geomorfológicos para evaluar la vulnerabilidad por inundación ante el ascenso del nivel del mar debido al cambio climático en la costa de Tabasco y Campeche, México”, 13 % de la zona costera de estos dos estados mexicanos presenta una vulnerabilidad geomorfológica muy extrema por inundación ante el posible ascenso del nivel del mar debido al cambio climático.
Un 32 % de la costa, en donde se encuentra El Bosque, presenta muy alta vulnerabilidad ante el cambio climático.
En una conferencia de El Colegio de la Frontera Sur, el investigador Rodimiro Reyes, doctor en Ciencias en ecología y manejo de sistemas tropicales, compartió algunos hallazgos de sus investigaciones en proceso: de octubre del 2021 a enero del 2022, El Bosque perdió 40 metros de costa.
Y 15 meses después, hasta abril del 2023, se sumaron 50 metros más: 90 metros de pérdida costera en 19 meses, es decir, casi cinco metros por mes.
El artículo “Índice de vulnerabilidad costera del litoral tabasqueño, México” consigna que el aumento en el nivel del mar en el golfo de México oscila en promedio entre uno y tres milímetros al año, por lo que los modelos científicos estiman que para el 2090 el aumento será de 60 centímetros.
Una investigación más reciente, titulada “Implicaciones de la potencial elevación del nivel del mar para la población costera de Tabasco, México”, advierte que la potencial pérdida de territorio podría afectar a 76 localidades tabasqueñas (entre cero y un metro sobre el nivel del mar) que suman 35 174 habitantes. Los resultados indican que 55,58 % de la superficie estatal está en este rango.