Monja brasileña gana el premio Nansen por ayuda a refugiados
Información IPS Venezuela
Un monja brasileña, la hermana Rosita Milesi, abogada y activista social que lleva 40 años luchando por los derechos y la dignidad de las personas que se desplazan y buscan refugio, obtuvo el Premio Nansen 2024 que otorga la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
La hermana Rosita, de 79 años, dijo al conocer la distinción global que “los refugiados son los verdaderos ganadores” del premio, cuyas versiones regionales para África, Asia y el Pacífico, Europa y Oriente Medio y Norte de África también fueron este año a manos de mujeres solidarias con migrantes y refugiados.
“Decidí dedicarme a las personas migrantes y refugiadas. Me inspira la creciente necesidad de ayudar, acoger e integrar a los refugiados. No tengo miedo a tomar acción, incluso si no logramos todo lo que queremos”, apuntó la galardonada.
La hermana Rosita ha asistido personalmente a miles de personas en situación de desplazamiento, ayudándolas a acceder a documentación legal, refugio, alimentos, atención médica, formación lingüística y acceso al mercado laboral en Brasil.
Como abogada, también ha sido fundamental en la configuración de políticas públicas. Trabajó en la ley de refugiados de Brasil de 1997, y la ley de migración de 2017, que consagró protecciones críticas para las personas desplazadas y redujo el riesgo de apatridia.
Pertenece a la congregación católica de las Hermanas Scalabrinianas desde 1964, fundó en 1999 el Instituto de Migraciones y Derechos Humanos, el cual preside, e integra la pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil.
Coordina la publicación anual del Cuaderno de Debates «Refugio, Migraciones y Ciudadanía», y es observadora en el Comité Nacional para los Refugiad, vinculado al Ministerio de Justicia de Brasil.
En 2017 comenzó su trabajo con los migrantes venezolanos en el estado de Roraima (norte de Brasil), atendiendo la emergencia humanitaria en esa región.
A Brasil han llegado 568 000 migrantes de Venezuela –dentro de un éxodo que se cifra en 7,8 millones de personas, según agencias de las Naciones Unidas-, y varios miles de ellos son indígenas de la etnia warao, que habita el delta del río Orinoco.
El país ha reconocido como refugiadas a 144 000 personas, y hay 75 000 en espera de respuesta a sus peticiones de asilo.
Las otras cuatro ganadoras regionales del premio son Maimouna Ba (África), Jin Davod (Europa), Nada Fadol (Oriente Medio y Norte de África) y Deepti Gurung (Asia-Pacífico).
Ba es una activista de Burkina Faso que ha ayudado a más de 100 niños y niñas desplazados a regresar a las aulas, y ha puesto los mimbres para que más de 400 mujeres desplazadas puedan acceder a la independencia financiera.
Davod es una emprendedora social que aprovechó su experiencia como refugiada siria para poner en marcha una plataforma en línea que conecta a miles de supervivientes de situaciones de trauma con terapeutas titulados, quienes brindan apoyo gratuito en materia de salud mental.
Fadol es una refugiada sudanesa que ha movilizado ayuda esencial para centenares de familias refugiadas que huyen a Egipto en busca de seguridad.
Gurung, de Nepal, organizó una campaña para reformar las leyes de ciudadanía de su país, consciente de que sus dos hijas se habían quedado en situación de apatridia. Esa labor abrió una vía para que tanto sus hijas como otros miles de personas en situaciones similares puedan acceder a la ciudadanía.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, observó que “con demasiada frecuencia, las mujeres se enfrentan a mayores riesgos de discriminación y violencia, especialmente cuando se ven obligadas a huir”.
“Pero estas cinco ganadoras muestran cómo las mujeres también están desempeñando un papel crucial en la respuesta humanitaria y en la búsqueda de soluciones”, elogió Grandi.
El Premio Nansen, nombrado así en homenaje al explorador y activista humanitario noruego Fridtjof Nansen (1861-1930) “honra a individuos, grupos u organizaciones que realizan una labor extraordinaria para proteger y asistir a las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas”, recordó Acnur.
Establecido en 1954, el premio este año también dará una mención honorífica al pueblo de Moldavia “por actuar como un rayo de esperanza para la humanidad”, al adaptar escuelas, espacios comunitarios y hogares para convertirlos en refugios para más de un millón de personas que huían de la guerra en Ucrania.
Los premios, con apoyo financiero de los gobiernos de Noruega, Suiza, la fundación sueca Ikea y el cantón de Ginebra, se entregarán en esta ciudad suiza el 14 de octubre.