Mundo Diplomático

Los salarios deben reflejar la contribución a la sociedad

Información IPS Venezuela

La remuneración de los trabajadores debe reflejar su contribución a la sociedad y no solo su capacidad de generar beneficios, planteó el pasado viernes 20 ante la Asamblea General el relator de las Naciones Unidas sobre pobreza extrema y derechos humanos, Olivier de Schutter.

“Es absurdo que los trabajos más valiosos para la sociedad, por ejemplo en el sector de la asistencia, la beneficencia o la atención en salud, estén entre los peor pagados, mientras otros son pagados en exceso por el daño social y medioambiental que generan”, expuso De Schutter.

Los gobiernos “deben establecer listas de las profesiones más valiosas socialmente y remunerarlas en consecuencia, al tiempo que enumeran las profesiones en las que debe limitarse la remuneración para mitigar sus externalidades nocivas”.

Los topes salariales debieran establecerse para quienes trabajan en los “sectores destructivos”, y De Schutter mencionó expresamente al financiero, el de combustibles fósiles y al tabaco.

De Schutter, quien trabaja como experto independiente bajo el paraguas del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, destacó que “en el mercado laboral actual, cuidar a los otros y al planeta no se remunera con un salario justo”, en una situación que afecta de manera particular a los trabajadores que viven en la pobreza.

Según el estudio que presentó, 21 % de los trabajadores del mundo, más de uno de cada cinco, ya vivía en la pobreza antes de la pandemia covid-19, con menos de 3,10 dólares al día, y ocho por ciento se encontraba en pobreza extrema, con menos de 1,90 dólares diarios.

En los países de ingreso bajo y mediano bajo, 44 % y 52 % de los trabajadores eran moderada o extremadamente pobres. En África, 54,8 % de los trabajadores se encontraban en situación de pobreza, en Asia y el Pacífico 21,3 %, y en los Estados árabes 15,8 %.

El problema alcanza a los países ricos. En Estados Unidos se establece como umbral de pobreza 19 720 dólares como ingreso anual para una familia de dos miembros, y en esa condición están 6,3 millones de trabajadores, más de cuatro por ciento.

En la Unión Europea se considera trabajador pobre a la persona que tuvo empleo durante al menos siete meses del año de referencia pero cuyos ingresos son inferiores a 60 % de la renta mediana disponible en su nación. En esa condición están más de 20 millones de trabajadores, 10 % de su población activa.

“Sea cual sea el método de contabilización de los trabajadores pobres, la tendencia general es clara: incluso donde el trabajo está formalizado, tener un empleo no siempre protege al trabajador y a su familia de la pobreza”, asienta el informe.

Se constata que el salario mínimo -que perciben muchos de los que trabajan en empleos de los que depende la sociedad, como la producción de alimentos, el transporte, la limpieza y la sanidad- no suele ser suficiente para mantener a estos trabajadores fuera de la pobreza, especialmente ante la creciente inflación.

“Los bajos salarios están impulsando la pobreza laboral con la caída del crecimiento salarial mundial a principios de 2022 por primera vez en este siglo, incluso ante el aumento de los ingresos empresariales”, indicó el experto.

El informe atribuye la persistencia de los bajos salarios a la disminución de los contratos de trabajo de tiempo completo, ya que muchos trabajadores se ven obligados por los empleadores a firmar contratos eventuales de tiempo parcial mal remunerados o a ser clasificados erróneamente como “autónomos”.

Muestra que, en comparación con los hombres, las mujeres tienen menos probabilidades de percibir un salario vital que garantice un nivel de vida digno para ellas y sus familias.

Hay una brecha persistente: en 2019, en los países de ingreso alto las mujeres trabajadoras ganaban 73 céntimos por cada dólar ganado por sus homólogos masculinos; en los de ingreso mediano alto, 71 céntimos; en los de ingreso mediano bajo, 61 céntimos; y, en los países de ingreso bajo, tan solo 43 céntimos.

Las mujeres además se encuentran sobrerrepresentadas en determinados sectores, por ejemplo el trabajo de cuidados, que están infravalorados, en parte precisamente porque están feminizados y comprenden tareas que tradicionalmente han sido realizadas por mujeres que no percibían retribución alguna.

Por otra parte, ha descendido el poder de los sindicatos, y la tasa de afiliación sindical se ha estancado o disminuido: como porcentaje de los empleados, en el mundo bajó de 12,3 % en 2008 a 11,2 % en 2019.

En la disminución del poder de negociación de los trabajadores incide la automatización, por la que se pueden perder o experimentar cambios radicales más de 1000 millones de puestos de trabajo hacia el año 2030.

De Schutter hizo un llamado a los gobiernos para que cumplan con su deber de respetar el marco internacional de los derechos humanos a fin de garantizar que los y las trabajadoras, incluidos aquellos del sector informal y los migrantes, reciban un “salario digno”, de al menos 60 % del salario medio del país, o el que sea más alto.

“Es hora de acabar con el escándalo de los salarios de pobreza”, concluyó.

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