Los niños sirios desplazados sufren hambre y retrasos en su crecimiento
Información IPS Venezuela
Los niños del norte de Siria sufren hambre, enfermedades y malnutrición como consecuencia de la pobreza, las malas condiciones de vida de la mayoría de las familias y el colapso del poder adquisitivo en medio de la escalada de precios de todos los productos alimentarios esenciales. Los desplazamientos y la falta de oportunidades laborales empeoran la situación.
Nour al Hammoud, una niña de 5 años sufre desnutrición aguda y está extremadamente deltada. Su familia fue desplazada de Maarat al Numan, al sur de Idlib, a un campamento improvisado en la zona rural del norte de la ciudad, cerca de la frontera con Turquía.
«La inmunidad de mi hija es muy débil; sufre retraso en el crecimiento y enfermedades constantes. No podemos proporcionarle los nutrientes que necesita debido a nuestra pobreza. Mi marido está en paro por una herida de guerra, y la ayuda humanitaria en este campo es casi inexistente», dijo su madre, que pidió no ser identificada.
Siria vive una guerra interna desde 2011, con participación de grupos internacionales, que actualmente se ha convertido en un conflicto de baja intensidad, pero que sigue forzando desplazamientos internos de las poblaciones de zonas escenario de la contienda.
La madre de Nour contó que llevó a su hija al pediatra de un centro de salud situado a más de cinco kilómetros del campamento, y que el médico confirmó que la niña sufría desnutrición y le recetó medicamentos y suplementos, pero que estos todavía no han supuesto ningún cambio. Añadió que el estado de su hija se deteriora día a día y que no puede hacer nada por ella.
Samah al Ibrahim, de 33 años, de la ciudad de Idlib, en el noroeste de Siria, tampoco puede permitirse leche maternizada para su bebé de nueve meses, lo que ha afectado a su crecimiento y su salud.
Explicó que «mi marido trabaja en la construcción todo el día por tres dólares. Apenas podemos permitirnos cubrir nuestras necesidades básicas, así que muchos días no podemos comprar leche, sobre todo porque yo misma no puedo amamantar debido a la desnutrición».
Al Ibrahim confirmó que depende de cocinar almidón con azúcar o hervir arroz para alimentar a su hijo, ya que no dispone de leche todos los días.
Otra madre, Sanaa al Barakat, de 35 años, ha vivido en un estado de gran ansiedad tras descubrir que su hija de dos años, Rim, padece desnutrición aguda y retraso del crecimiento, y que es fundamental que reciba atención de inmediato.
«El médico le diagnosticó desnutrición grave, que le causó atrofia cerebral y retrasó la adquisición de habilidades motoras. También tiene dificultades para hablar, está letárgica y se niega a jugar como los demás niños. Además, es introvertida», explicó Al Barakat.
Dijo que su hija Rim no es la única que sufre desnutrición, sino que sus otros cuatro hijos también la padecen, porque le resulta muy difícil proporcionarles los alimentos necesarios. A menudo solo consigue darles una comida al día.
Nour al Abbas, de 39 años, pediatra de Sarmada, al norte de Idlib, explicóa los efectos de la desnutrición infantil en los campamentos de desplazados cercanos a la ciudad.
«Es una grave afección de salud en la que los niños sufren una deficiencia de los nutrientes esenciales que su cuerpo necesita, lo que les provoca síntomas y signos que varían en gravedad y peligrosidad», detalló.
Confirmó que una cuarta parte de los niños de Idlib sufren malnutrición por no recibir suficientes alimentos nutritivos debido a la carencia de la dieta y su falta de diversidad, «lo que les hace susceptibles a las enfermedades y debilita su sistema inmunitario».
La médica dijo que el número de niños que recibe con problemas de desnutrición en el centro de salud donde trabaja va en aumento.
Al Abbas afirmó que las madres también suelen sufrir desnutrición. Las condiciones en que viven las familias son consecuencia de la pobreza por los desplazamientos debidos a la guerra, el gran número de niños en una misma familia y la incapacidad de las madres para amamantar.
La propagación de enfermedades infecciosas entre los niños y la dependencia de agua potable contaminada y sucia agravan la situación. A menudo, las madres siguen intentando salir adelante sin consultar a un médico y, cuando por fin acuden a la sanidad, el estado de los niños es malo.
Al Abbas señaló que los grupos con mayor riesgo de desnutrición son los niños después del periodo de lactancia, es decir, desde los 6 meses hasta los 6 años. Sin embargo, algunas madres son reacias a amamantar a sus hijos por varias razones, la más importante de las cuales es que la madre también sufre desnutrición.
«La desnutrición presenta diferentes síntomas, los más importantes de los cuales son debilidad intensa y sensación de cansancio constante, además de que el niño no aumenta de peso ni de estatura, con piel pálida y amarillenta, o la aparición de edemas o continuas afecciones inflamatorias como dermatitis o descamación alrededor de los labios o distensión abdominal (hinchazón)», afirmó la pediatra.
Al Abbas pidió más ayuda a organizaciones benéficas y oenegés para que suministren alimentos y medicinas mediante visitas sobre el terreno a los campamentos.
Según estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), nueve de cada 10 niños en Siria no consumen dietas mínimamñsente aceptables, lo que provoca retraso en el crecimiento y emaciación.
Nada menos que 506 530 niños menores de cinco años de Idlib y de las zonas rurales del norte de otra ciudad cercana, Alepo, necesitan urgentemente tratamiento contra la desnutrición aguda, y casi 108 000 niños sufren emaciación grave.
La prevalencia de enfermedades, la falta de alimentos y unos servicios de saneamiento inadecuados empeoran la situación.
Además, más de 609 900 niños menores de cinco años en Siria sufren de retraso en el crecimiento, según estimaciones de Unicef.
El retraso en el crecimiento es consecuencia de la desnutrición crónica y causa daños físicos y cognitivos irreversibles en los niños. Esto repercute en su capacidad de aprendizaje y en su productividad en la edad adulta.
Según el equipo «Syria Response Coordinators (Coordinadores de Respuesta para Siria)», especializado en estadísticas en el noroeste de Siria, el porcentaje de familias por debajo del umbral de pobreza es de 91,18 %, mientras que el porcentaje de familias por debajo del umbral del hambre ha alcanzado a 41,05 %.
Todas las familias que residen en los campamentos generalizados de la región han sido clasificadas totalmente por debajo del umbral de pobreza.
La pobreza, el desplazamiento y la inflación han aumentado la prevalencia de la malnutrición entre los niños sirios, retrasando su crecimiento debido a la falta de nutrientes esenciales suficientes para que sus cuerpos crezcan, lo que les afecta negativamente y les priva de sus derechos más básicos.