La erradicación de la pobreza y el hambre no se alcanzará en 2030
Cuando los 193 Estados miembros de la ONU revisaron el estado actual del avance de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), incluyendo la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2030, el veredicto fue el de los fracasos, con pocos o ningún éxito.
El nexo entre hambre y la pobreza fue caracterizado de la mejor manera por Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida), quien advirtió que bajo las tendencias actuales, 575 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema en 2030 y ese mismo año que sufrirán hambre los mismos que en 2015: 600 millones.
“El hambre sigue siendo una cuestión política, causada principalmente por la pobreza, la desigualdad, los conflictos, la corrupción y la falta general de acceso a los alimentos y los recursos. En un mundo de abundancia, que produce alimentos suficientes para todos, ¿cómo es posible que haya cientos de millones de personas que pasan hambre?”, inquirió.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), todos los países del Sur en desarrollo sufren también graves problemas de deuda. Estos países no pueden financiar el progreso de los ODS si se enfrentan a costes de endeudamiento exorbitantes y pagan más por el servicio de la deuda que por la sanidad o la educación.
Los países en desarrollo se enfrentan a unos costes de endeudamiento hasta ocho veces superiores a los de los países desarrollados: una trampa de la deuda. Y uno de cada tres países del mundo corre ahora un alto riesgo de crisis fiscal.
“Más de 40 % de las personas que viven en la pobreza extrema se encuentran en países con graves problemas de endeudamiento”, advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres, en el llamado Foro Político de Alto Nivel para dar un nuevo impulso a los ODS, celebrado el 18 de septiembre en Nueva York.
La cumbre de los ODS fue la víspera de la apertura de la fase de alto nivel de la 78 Asamblea General de la ONU, que atrajo a unos 88 jefes de Estado, seis vicepresidentes, 43 jefes de gobierno, cuatro viceprimeros ministros, 41 ministros, siete jefes de delegación, además de tres oradores de alto nivel de Estados observadores del foro mundial.
Las reuniones de alto nivel incluyeron, además de la cita sobre los ODS, una cumbre sobre la ambición climática y un foro sobre la Financiación para el Desarrollo (FpD). Entre los participantes activos también había decenas de organizaciones de la sociedad civil (OSC).
Mandeep S. Tiwana, director de Evidencia y Compromiso de Civicus, la aliana internacional de la OSC, dijo a IPS que una de las principales razones por las que los ODS no van por buen camino es porque 85 % de la población mundial vive en países con graves restricciones del espacio cívico,
Ello, adujo, impide las asociaciones significativas de la sociedad civil y priva a las comunidades de innovaciones en el desarrollo sostenible, la prestación de servicios a los más excluidos y, sobre todo, la transparencia, la rendición de cuentas y la participación en la aplicación de las políticas de desarrollo.
El ambicioso estímulo de los ODS presentado por Guterres, señaló, debe ir acompañado de garantías para las libertades cívicas y las asociaciones efectivas de la sociedad civil.
De lo contrario, dijo, es probable que los fondos destinados al desarrollo sostenible, que no deja a nadie atrás, se canalicen para apoyar las redes de clientelismo y apuntalar los aparatos represivos del Estado.
“Es inaceptable que, en el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (de 1948), se persiga a activistas de la sociedad civil y periodistas de investigación por sacar a la luz casos de corrupción de alto nivel y graves violaciones de los derechos humanos”, lamentó Tiwana.
Criticó que exigir políticas sociales y económicas transformadoras es una actividad peligrosa en demasiados países del mundo.
“El mundo se enfrenta a una grave crisis de liderazgo debido a una mezcla tóxica de autoritarismo y nacionalismo populista que está llevando a la promoción descarada de los intereses nacionales percibidos a expensas del orden internacional basado en normas destinado a crear un mundo mejor para todos», declaró Tiwana.
Guterres dio un nuevo giro político a los ODS cuando dijo que los «objetivos» eran en la práctica «promesas».
“La promesa de construir un mundo de salud, progreso y oportunidades para todos. La promesa de no dejar a nadie atrás. Y la promesa de pagar por ello”, acotó.
No se trataba de una promesa hecha por unos a otros como diplomáticos desde la comodidad de la sede de la ONU, argumentó. “Siempre ha sido una promesa a la gente”, remarcó.
Esa gente, puntualizó, engloba a personas aplastadas bajo las ruedas de molino de la pobreza, personas hambrientas en un mundo de abundancia, niños a los que se niega un asiento en un aula, familias que huyen de conflictos en busca de una vida mejor, padres que ven impotentes cómo sus hijos mueren de enfermedades evitables.
También incluye a personas que pierden la esperanza porque no encuentran trabajo ni una red de seguridad cuando la necesitan o a comunidades enteras literalmente a las puertas de la devastación debido al cambio climático.
“Así que los ODS no son solo una lista de objetivos”, sintetizó Guterres.
En diálogo con IPS, Amitabh Behar, director ejecutivo interino de Oxfam Internacional, dijo: «Desafortunadamente, en el trabajo programático, de incidencia y de campaña de Oxfam, vemos claramente que en este punto intermedio, estamos muy lejos de alcanzar los ODS».
En el último informe de progreso sobre los ODS, el secretario general de la ONU muestra que 80 % de las 169 metas de los ODS muestran un progreso débil o un retroceso. Se culpa en gran medida a la pandemia, pero en realidad la covid-19 no ha hecho más que agravar una tendencia ya de por sí sombría.
Según muchos indicadores, de los 17 ODS, el Objetivo 10, el de la reducción de las desigualdades, es el que va más retrasado de todos. Por ejemplo, la desigualdad entre países ha aumentado por primera vez en tres décadas.
Oxfam, una organización mundial que lucha contra la desigualdad para poner fin a la pobreza y la injusticia, está centrando su atención en ese Objetivo 10 y en cómo se entrecruza con toda la Agenda 2030, dijo Behar, que anteriormente fue director ejecutivo de Oxfam India.
En la Asamblea General de este año, Oxfam instó a los líderes a asumir compromisos audaces y, lo que es más importante, a tomar medidas de seguimiento para volver a encarrilar los ODS.
“Sabemos lo que funciona para hacer frente a estos retos, y sabemos que hay recursos más que suficientes para hacerlo. Debemos asegurarnos de que los recursos y la capacidad estén en manos de quienes están en primera línea abordando estas complejas cuestiones”, dijo Behar.
Afirmó que las vidas y el futuro de millones de las personas más vulnerables dependen directamente de las decisiones y acciones que tomen ahora los líderes mundiales y nacionales y que «se nos acaba el tiempo».
“Hemos escuchado a los líderes reiterar su compromiso de abordar los problemas de la desigualdad, el hambre, la pobreza y otros. Si pueden trabajar juntos para priorizar y financiar las soluciones a estos problemas, todavía hay esperanza de volver a encarrilar la agenda 2030”, planteó el director ejecutivo de Oxfam.
A la pregunta de qué se necesita realmente para acelerar el ritmo, Behar afirmó: «No estamos viendo los compromisos financieros y políticos de los líderes necesarios para hacer frente a los grandes retos de nuestros días, las desigualdades económicas, de género y raciales, la crisis climática y los conflictos y crisis humanitarias actuales».
La mayoría de las tendencias y barreras que están contribuyendo a la grave situación de la aplicación de los ODS, dijo, ya existían antes de la covid, incluyendo la falta de voluntad generalizada para poner en marcha una política fiscal altamente redistributiva a nivel nacional.
También persistían obstáculos a otras medidas para frenar el poder de 1 % de las grandes empresas, así como el fracaso de los países ricos para cumplir con sus compromisos o responsabilidades, la financiación climática, la ayuda oficial al desarrollo (AOD), el alivio de la deuda y la reforma financiera internacional.
«Apoyamos el énfasis del secretario general en la importancia de financiar los ODS y su llamamiento a un ‘estímulo de los ODS’, que incluya un aumento de la financiación para el desarrollo, la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo, medidas para el alivio de la deuda, la ampliación de la financiación de contingencia para invertir en servicios básicos y energía limpia, y para abordar las causas profundas de esta situación», dijo Behar.
Y concluyó: «pedimos a los líderes que trabajen en estas áreas para que podamos recuperar el impulso que hemos perdido en los ODS y retomar el camino antes de que sea demasiado tarde».