Fincas agrícolas producen biogás con estiércol de vaca en Colombia
Información IPS Venezuela
Elkin Palacin se despierta a las tres de la mañana todos los días. Su trabajo es ordeñar a las vacas y rotar el ganado en la pequeña finca El Triunfo, de unas 20 hectáreas, ubicada en la zona rural del municipio de Ponedera, al sur del departamento del Atlántico, en el extremo norte de Colombia.
Pero desde hace cerca de un año su rutina de las mañanas cambió. Antes debía ir por leña, encender un rústico fogón y allí prepararse el café, el primer alimento que toma cada jornada. Allí mismo, en esa rudimentaria estufa alimentada con trozos de árboles cortados en la finca, su esposa cocinaba el desayuno, los almuerzos y las cenas todos los días. Pero ahora, ni él ni su esposa la utilizan.
Lo mismo le pasó a Guido Rivera, otro campesino y administrador de una finca en Manatí, en el mismo departamento. Para él la opción era cortar madera o comprar una pipeta o cilindro de gas metano, una compra que podía costarle en promedio 120000 pesos mensualmente, unos 29 dólares.
Pero ahora, ninguno de los dos usan fogones o pagan por cilindros de gas. Y aunque la conexión al servicio de gas natural por ahora no es una realidad por lo apartado de las fincas (aunque podría darse en un futuro), lo que sí es cierto es que solo basta con girar la perilla, prender la llama y poner la olla en la estufa para empezar a cocinar, gracias a la instalación de sendos biodigestores en sus fincas.
Ambos campesinos, que laboran en explotaciones que hacen parte de la Asociación de Pequeños Productores Ganaderos, fueron beneficiarios de un proyecto impulsado por la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA).
La iniciativa integra modelos agroambientales, alternativas de eficiencia energética y educación ambiental, para disminuir la extracción de leña y carbón vegetal en estos dos municipios del sur del Atlántico, cuya capital departamental es la ciudad de Barranquilla.
La idea es sencilla, a través de un biodigestor, se aprovecha el estiércol de vaca para generar gas metano, un biocombustible clave para la transición energética, esto porque si se quema de manera eficiente puede producir energía generando emisiones bajas, pero también porque a partir de él se puede generar fertilizantes o bien electricidad.
En Colombia, además, el gas enfrenta grandes retos en la región.
La Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía Industriales y Comerciales (Asoenergía) señaló que desde el 8 de agosto las empresas de la región Caribe completan prácticamente un mes con restricciones en el suministro de gas natural para sus operaciones.
El origen son las dificultades que están registrando algunos pozos de producción y equipos de Canacol Energy.
La esposa de Elkin Palacin, ante la estufa que ahora usan y que se alimenta con el biogás que produce el biodigestor con que cuentan ahora en su finca y que facilita las rutinas diarias del matrimonio. Imagen: CRA
Según explica el director de la CRA, Jesús León Insignares, aunque estos biodigestores fueron instalados hace cerca de 8 meses, el proyecto surgió hace algunos años cuando empezaron a desarrollar acciones del Plan de Acción Institucional (PAI) de la corporación.
El objetivo de ese plan es disminuir las cifras de deforestación en un departamento donde 70 % de las fincas tienen vocación ganadera o agrícola. Esto, al tiempo que generaban acceso a energías renovables en zonas rurales.
“Estos biodigestores los hemos instalado en algunas fincas rurales del departamento y en escuelas, que hemos denominado Ecoescuelas, buscando múltiples objetivos. Entre ellos evitar la deforestación como objetivo principal, destaca Insignares.
También es una estrategia, añade, «para que se reemplacen estas costumbres arraigadas del uso del carbón o leña, donde para obtener estos materiales se hacen aprovechamientos ilegales para reunir los materiales que se necesitan para cocinar».
«Esto, a hoy, bajo el desarrollo de estos proyectos, ha sido reemplazado por estos biodigestores que, además, representan una adaptación al cambio climático”, explica.
El funcionario resalta que los resultados de esta primera etapa del proyecto, en la cual se instalaron tres biodigestores en Manatí y tres en Ponedera, ha sido tan positivos que la idea es llevar la iniciativa del sur del departamento a la zona norte, a municipios costeros como Juan de Acosta, donde también hay una gran cantidad de fincas ganaderas, pero en el que la pérdida de bosque en pie y la desertificación ha sido mayor en el escenario agrícola.
Los biodigestores instalados en fincas como la de Elkin Palacin, son de una tecnología sencilla y fáciles de manejar y mantener. Colombia es un país donde los diferentes sistemas de biodigestión no se han desarrollado. Imagen: CRA
“Este proyecto ha sido tan maravilloso que nos motiva a continuar y replicarlo», argumenta.
La idea, abunda, «es que esto pueda ser parte de nuestro Plan de Acción para llegar a cada uno de los municipios e incrementar el número de beneficiarios en el departamento del Atlántico».
«¿Por qué no hay más proyectos como este en el país si los resultados son tan positivos? Quizás por desconocimiento y esperamos que este sea un modelo para replicar. Son estrategias donde la ciencia, la tecnología, la innovación e incluso las mismas soluciones basadas en la naturaleza generan impactos positivos”, agrega el directivo.
Y es que, el impacto, aunque el proyecto es pequeño, no ha sido poco.
Según cálculos de la propia CRA, por cada biodigestor se evita la tala de 106 árboles, que equivalen a no deforestar una hectárea de bosque. Eso, si se tiene en cuenta que en promedio un árbol de Trupillo mediano en promedio produce ocho cargas de leña (80 kilos por carga).
Es decir, con la instalación de estos seis biodigestores el Atlántico está salvando seis hectáreas de bosque en pie.
Además, hay que contabilizar la disminución en la emisión de gases, explica Luz Stella Murgas, presidenta de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas).
La leña, detalla, en su proceso de quema genera un humo de color oscuro, el cual está compuesto por una mezcla compleja de gases y partículas finas, el denominado material particulado, que en su estructura más fina (PM 2.5 e inferiores) genera afectaciones graves a la salud pública.
En contraste, la combustión de biogás genera un impacto similar al del gas natural, que puede reducir estas emisiones de material particulado fino en hasta 99,9 %, es por eso que no se observa el humo negro cuando se queman.
“El gas natural es eminentemente metano, sin embargo, cuando este se quema su composición química cambia, generando pequeñas emisiones de CO2 y agua mayoritariamente”, resalta Murgas.
La diferencia entre uno y otro es que el gas natural es un combustible fósil que contribuye a la crisis climática, mientras que el biogás se genera a partir de la descomposición de materia orgánica y está integrado fundamentalmente por metano y dióxido de carbono, por lo que la recolección y procesamiento eficiente de dicha materia podrían promover la protección de la atmósfera, siempre que el proceso sea controlado de manera adecuada.