Mundo Diplomático

Festival de Cine Pobre de Gibara: alternativa en tiempos de escasez fílmica en Cuba

Corresponsal de IPS

“Ya viene, ya viene”, repetía ansiosa una residente de la ciudad de Gibara, en el este de Cuba, entre una muchedumbre en ambas aceras a lo largo de la calle principal de la urbe de unos 70 000 habitantes.

Poco después transitaron, en efecto, motociclistas, una orquesta de vientos y percusión, grupos de baile carnavalescos y, al final, una masa desorganizada de personas que se iban sumando a este desfile inaugural de la 19 edición del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara (FICG).

En Gibara, cabecera del municipio homónimo, perteneciente a la provincia de Holguín y ubicada a 771 kilómetros al este de La Habana, transcurre el FICG del 15 al 19 de abril, con la presentación de más de 500 materiales audiovisuales, procedentes de unos 30 países.

“Se siente la contentura a raíz de este festival. Es una bendición para el pueblo”, dijo a IPS el gibareño Roberto Verdencia.

La presentación de películas, exposiciones de arte, y obras de teatro, sumado a fiestas y talleres de cine para las distintas juventudes, rompen con la habitual tranquilidad del enclave costero, también conocido por su pesca de mariscos.

“Ahora hay un ambiente festivo, bonito, pero normalmente en las calles no hay ni un alma”, dijo a IPS otra residente local, Hilda Freyre.

Las bases del certamen se enfocan en videos de bajo presupuesto y  factura, de ahí la denominación de cine pobre.

 “El cine pobre nunca tuvo tanto sentido como ahora, pero es también parte de la posibilidad de defender alternativas y crear alianzas para favorecer el cine. Cuando hablamos de bajar los presupuestos, estamos hablando de democratizar, de dar acceso”: Sergio Benvenuto.

El festival ofrece un canal de visualización a estudios audiovisuales independientes y realizadores noveles, cuando en Cuba no abundan las oportunidades de proyectar en la gran pantalla producciones desligadas de la industria cinematográfica estatal.

“Es un escenario que ha propiciado el desarrollo de muchos cineastas y sus obras, que se han estrenado por primera vez en Gibara”, afirmó ante IPS la gibareña Jaqueline Tapia, directora de Cultura del gobierno provincial de Holguín.

Gabriela Hernádez, participante en el concurso en la categoría de documental, aseguró a IPS que el certamen, fundado en 2003 por el cineasta cubano Humberto Solás, es una muy buena idea para potenciar jóvenes creadores, además de constituir una oportunidad de aprendizaje.

“Se ven cortometrajes hechos por estudiantes, o sin una gran productora detrás. Es la definición de que se puede hacer cine sin recursos y con buenas ideas”, dijo a IPS la miembro del jurado Laura Pérez, directora y guionista española.

Desfile inaugural del 19 Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara. El certamen tiene buena aceptación entre la población de Gibara, ubicada en el este de Cuba. Imagen: Cortesía del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara

Cine empobrecido

El festival, en su actual edición, retoma su concepto original de cine pobre, luego de que en 2017 se ampliara el diapasón y el concurso aceptara películas de todos los presupuestos, con un propósito de internacionalizar aún más el evento.

Sin embargo, esas aspiraciones se vieron interrumpidas por la pandemia de la covid y la profundización de la crisis económica en Cuba, que provocaron una decadencia de la industria cinematográfica cubana.

Según Sergio Benvenuto, presidente del FICG, con la poscovid, se aceleró una nueva mirada y a la vez un retorno a elementos que vuelven a estar “sobre la mesa”:

“El cine pobre nunca tuvo tanto sentido como ahora, pero es también parte de la posibilidad de defender alternativas y crear alianzas para favorecer el cine. Cuando hablamos de bajar los presupuestos, estamos hablando de democratizar, de dar acceso”, dijo a IPS.

Ante la poca capacidad financiera de la producción cinematográfica estatal, los cineastas cubanos han optado por producir sus materiales de manera independiente.

Tras la publicación, en 2019, del Decreto-Ley 373 del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente, cineastas, técnicos y realizadores del séptimo arte en Cuba pudieron alcanzar un estatus legal y obtener licencias de rodaje, poseer cuentas bancarias, aplicar a fondos de financiamientos del exterior, entre otros derechos y responsabilidades.

A esa norma se acogiero miles  creadores y de acuerdo con los últimos datos publicados, hasta septiembre de 2021 se registraron 2243 personas (751 mujeres y 1492 hombres) en diversos territorios de la nación insular caribeña.

Pero ha sido muy difícil para los recién legalizados estudios independientes subsistir de sus propias creaciones, debido a la casi inexistencia en Cuba de fondos públicos de promoción de cine nacional y porque es prácticamente imposible recuperar los gastos de un filme con su proyección en las salas de cine de la isla, todos de propiedad estatal y con precios de entrada bajos, topados por la ley.

“Ni siquiera pensamos en que vamos a obtener alguna ganancia en distribución nacional”, dijo a IPS Iraida Tamayo, productora ejecutiva del estudio independiente Wajiros Films.

Con un festival internacional del cine pobre, en Cuba se busca sortear la crisis audiovisual. En la imagen, realizadores audiovisuales en un set de filmación de la productora audiovisual independiente i4films, en La Habana.
Realizadores audiovisuales en un set de filmación de la productora audiovisual independiente i4films, en La Habana. La producción audiovisual independiente en Cuba no escapa a la crisis general de financiamiento y muchas veces deben buscar múltiples vías para ser rentables. Imagen: Jorge Luis Baños / IPS

Producciones independientes

El estudio independiente GatoRosafilms –cuya directora, Rosa María Rodríguez, fue entrevistada por IPS–, subsiste gracias a que ofrece todo tipo de servicios profesionales a terceros, relacionados, sobre todo, con los procesos de producción audiovisual.

Para lograr culminar sus películas, el reto es aún mayor: necesitan en múltiples ocasiones varios financistas y a veces han logrado completar el presupuesto con el apoyo del Fondo de Fomento para el Cine Cubano.

Ese fondo, creado en junio de 2019, asigna un financiamiento en moneda nacional que, debido a la inflación, se fue devaluando cada vez más, al punto de que, en la edición de 2025, ya no otorgará apoyos a proyectos de largometrajes.

“Casi todo lo demás es externo (las vías de financiamiento). Lo malo de lo externo es que siempre quedamos siendo coproductores minoritarios aunque la obra sea cubana”, acotó Tamayo.

Asimismo, según Rafael Grillo, miembro del comité organizador del festival de Gibara y presidente de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, la mayor debilidad en el sector recae en los problemas en la circulación y exhibición – más allá de la cuestión financiera– del cine independiente.

“Todos esos proyectos ahora mismo están huérfanos, no tienen un espacio de visibilidad”, sentenció.

El FICG, con su recuperado enfoque en materiales de baja factura, también tiene iniciativas como Cine en Construcción y Factoría del Cine Pobre, que apoya económicamente, y con asesorías especializadas, a proyectos audiovisuales en desarrolla.

“No es un festival vitrina, no es solamente expositivo, sino que está enfocado en la creación cinematográfica y la industria”, agregó Grillo.

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