Mundo Diplomático

El narcotráfico es solo una parte del crimen organizado en Brasil

Cortesía de IPS

El índice de homicidios baja sostenidamente en Brasil desde 2018, así como también los robos en las calles, pero la percepción es distinta para 58 % de los encuestados por el Instituto Datafolha a comienzos de abril, que creen que la criminalidad urbana está en aumento en el país.

La repercusión del homicidio de algunas personas por ladrones de teléfonos celulares contribuye a esa contradicción. Generó protestas callejeras y amplia difusión en los noticieros de televisión, por ejemplo, el caso de Vitor Medrado, de 46 años, asesinado a tiros en su bicicleta el 13 de febrero en São Paulo, por dos hombres que iban en motocicleta y solo para robarle el dispositivo.

En esa ciudad, la mayor metrópoli de Brasil, con 11,9 millones de habitantes que se elevan a 20,7 millones con su zona metropolitana, hubo 441 robos o hurtos diarios de celulares en 2024, según la Secretaria de Seguridad Pública del estado de São Paulo. Es un dato subestimado, ya que muchas víctimas no denuncian el delito a la policía.

Buena parte de esos atracos abastecen el crimen organizado, sus redes de comercio y lavado de dinero ilegal. Un total de 937 294 celulares fueron robados o hurtados en 2023, según el Anuario 2024 del Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP).

“El crimen organizado incorpora otras actividades, se expande por la economía, la política y los medios electrónicos, incluso bancarios”: Bruno Paes Manso.

Una luz sobre ese tipo de criminalidad, hasta ahora atribuido principalmente al tráfico de drogas ilícitas, surgió en el informe con el título en inglés Follow the products (Siga los productos) del FBSP, divulgado el 10 de febrero, en que el narcotráfico aparece como una pequeña parte del mercado ilegal en Brasil.

Mientras el tráfico de cocaína representa un negocio de 15 000 millones de reales (2580 millones de dólares), las sumas manejadas por el crimen organizado con solo cuatro productos, combustibles, bebidas, oro y cigarrillos alcanzan diez veces más, 146 800 millones de reales (25 300 millones de dólares), estima el FBSP.

Combustibles rinden más

El campeón es el sector de combustibles y lubricantes, con 61 500 millones de reales (10 600 millones de dólares). Cigarrillos y tabaco ofrecen los menores ingresos entre los cuatro rubros, con 10 300 millones de reales (1770 millones de dólares).

Las bandas del narcotráfico expandieron sus negocios a esos otros comercios ilegales, “se infiltraron en las gasolineras, comparten estructuras de falsificación y contrabando de cigarrillos desde Paraguay que sirven también a la cocaína y marihuana”, explicó Nivio Nascimento, asesor de relaciones internacionales del FBSP.

En Brasil hay 72 “facciones” nacidas del tráfico de drogas, según el Foro. Pero hay otros grupos armados, como las milicias, originalmente formadas por expolicías y dedicadas a la seguridad de barrios, que luego diversificaron sus negocios.

En Río de Janeiro, con 6,2 millones de habitantes y 12 millones al sumar su zona metropolitana, es donde son más conocidas esas nuevas «facciones», que explotan también el transporte público, la venta de gas, el acceso ilegal a internet, incluso la construcción de edificios residenciales y dominan decenas de barrios.

Más que cocaína

El ecosistema del crimen organizado es muy amplio. El estudio de FBSP se limita a los cuatro productos, pero hay otros, como el teléfono celular. Lo que se busca es ampliar el foco excesivamente concentrado en la cocaína, que es solo “la punta del iceberg”, acotó Nascimento a IPS por teléfono desde Brasilia.

La actividad involucra la desviación o falsificación de productos, pero también la adulteración, la evasión fiscal, lavado de dinero, la corrupción de autoridades como jueces, incluso fuerte influencia en los poderes legislativo y ejecutivo, destacó.

La policía desató el 10 de abril una operación contra los brazos financieros del Comando Rojo, la principal banda del narcotráfico en Río de Janeiro, que se estima haber manejado 6000 millones de reales (1030 millones de dólares) al año, en bancos digitales, empresas fantoche y otros medios de lavado del dinero.

La violencia armada, la militarización del crimen, está vinculada especialmente al narcotráfico y es posible que su penetración o asociación con otros tipos de delitos económicos reduzca la violencia.

“El tráfico de drogas no es necesariamente violento. La hegemonía del Primer Comando de la Capital en São Paulo redujo la violencia en la actividad, pero no es un camino natural. En Nueva York en los años 80 hubo mucha violencia a causa de la disputa entre bandas, pero luego se logró pacificar”, apuntó Nascimento.

En este país de 212 millones de habitantes, bajó la tasa de homicidios en el centro-sur, incluso en Río de Janeiro, conocida por la criminalidad violenta, pero se elevó en el Norte y Nordeste, las regiones más pobres de Brasil, observó.

En el norte amazónico esa tendencia se vincula al oro, extraído por “garimpos” (minería informal), cuya violencia se agravó por la entrada de las bandas del narcotráfico en esa actividad desde antes contaminada por el crimen organizado, acotó.

Fraude y celulares robados

La violencia medida en homicidios en términos nacionales viene en descenso desde 2017, cuando hubo 64 079 muertes violentas intencionales, según el anuario de seguridad pública del FBSP que em 2023 registró 46 328 víctimas.

El índice de muertes violentas intencionales por 100 000 habitantes bajó de 22,8 en 2017 a 18,8 en 2023. El promedio mundial es de 5,8, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

“Desde 2017 los datos bajaron en cerca de 20 000 homicidios, aunque aumentó la cantidad de armas en manos de la población”, especialmente debido a medidas contra el desarme del ultraderechista expresidente Jair Bolsonaro (2019-2022), destacó Brumo Paes Manso, investigador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de São Paulo.

“El perfil del crimen cambió, se volcó más al estelionato (fraude) y a los delitos virtuales”, revelan las estadísticas del mismo FBSP, no solo en relación a los homicidios, apuntó.

Los robos, que en 78 % ocurren en las calles, cayeron de 1 509 151 en 2018 a 870 320 en 2023, mientras los fraudes más que cuadruplicaron, de 425 799 a 1 965 353 en el mismo período de seis años.

La comunicación digital facilitó la multiplicación del fraude, en general practicado de forma virtual, que no involucra violencia física.

“El crimen organizado incorpora otras actividades, se expande por la economía, la política y los medios electrónicos, incluso bancarios”, apuntó Manso a IPS por teléfono desde São Paulo.

“La violencia baja también por el avance de una mentalidad más profesional y emprendendora, de una racionalidad de costo-beneficio en el crimen organizado, en que conflicto es costo”, evaluó.

Pero últimamente es la pérdida de sus celulares que molesta la población y un tema que preocupa el gobierno, cuya popularidad baja debido a la inflación de alimentos y la percepción popular de que la violencia urbana está en aumento.


Brasil tenía en 2024 un total de 258 millones de los teléfonos inteligentes, un promedio de 1,21 por cada uno de los 212 millones de habitantes, según datos de la privada Fundación Getulio Vargas. El promedio mundial de uno por uno.

Los robos y furtos de celulares son mucho más frecuentes en las grandes ciudades. Alcanzo 1050 por 100 000 habitantes en las ciudades de más de 500 000 habitantes y baja a 178 en las que tienen menos de 100 000 habitantes.

Eso se refleja en la percepción de la criminalidad. En São Paulo 64 % creen que se agravó en el último año, mientras en el interior poco poblado del país solo 33 % respondieron de la misma forma a la encuesta del Instituto Datafolha de comienzos de  abril.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *