El Caribe pide financiación justa y equitativa en la COP29 para garantizar su supervivencia
Información IPS Venezuela
Las comunidades que viven en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (Peid) pagan el precio del cambio climático en vidas, medios de subsistencia y un desarrollo sostenible estancado, como le sucede a las islas del Caribe, que expresan un día sí y otro también esta preocupación en la COP29.
Colin A. Young, director ejecutivo del Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe (Caricom), volvió a insistir en las catastróficas consecuencias del incumplimiento de los objetivos de emisiones para su región.
«Lo que el huracán Beryl demostró al mundo es lo que ocurre cuando no se cumplen los objetivos de reducción de emisiones. Para cumplir el objetivo de temperatura del Acuerdo de París se requiere una reducción de 43% de los gases de efecto invernadero para 2030, un pico de producción de combustibles fósiles para 2025 y compromisos netos cero para 2050», recordó en una entrevista con IPS.
Para la máxima autoridad de cambio climático de Caricom, «sin alcanzar estos objetivos, seguimos enfrentándonos a una mayor frecuencia e intensidad de los huracanes y otros desastres relacionados con el clima».
«Los grandes países a menudo no se dan cuenta de cómo estos fenómenos devastan las pequeñas economías, acabando con infraestructuras críticas -escuelas, sanidad, telecomunicaciones, carreteras y granjas- y paralizando comunidades enteras», dijo Young en el pabellón de Caricom en el Estadio Olímpico de Bakú, donde se realiza la cumbre climática desde el día 11.
En lugar de un futuro rico, el de los jóvenes de las islas del Caribe está en peligro, consideró el alto funcionario de Caricom, conformada por 15 países del Caribe, casi todos insulares y mayormente anglofonos.
«Nuestros jóvenes están heredando un futuro en el que no pueden alcanzar todo su potencial debido a los impactos relacionados con el clima. En algunos casos, retrasa el progreso en años, y en otros, en décadas», dijo.
Young reflexionó sobre las devastadoras consecuencias económicas de los desastres climáticos, que han llevado a la quiebra a las pequeñas economías y las han hecho mucho más vulnerables.
«Hemos sido testigos de la escala de destrucción que pueden infligir los huracanes. El huracán María arrasó 226 % del producto interno bruto, el PIB, de Dominica y, dos años antes, la tormenta tropical Erika ya había devastado 90 % de su PIB», afirmó.
Explicó que «se trata de una cuestión de supervivencia para nuestros países y del fracaso de los países desarrollados a la hora de actuar más rápido para frenar las emisiones de acuerdo con la ciencia».
Moralmente injusto, burocráticamente complejo
Los países industrializados, los del rico Norte global, tienen que venir a la fiesta de la financiación responsable y de su compromiso para mitigar el cambio climático y adaptarse al fenómeno.
«Los países del Grupo de los Siete y el Grupo de los 20 son responsables de 80 % de todas las emisiones. Sin embargo, la carga de proporcionar recursos, transferencias de tecnología y desarrollo de capacidades recae desproporcionadamente sobre los demás, una realidad moralmente injusta a la que nos enfrentamos, planteó Young.
Hablando de financiación y del Nuevo Objetivo Colectivo Cualificado (NCGQ), uno de los principales resultados que los Peid esperan que se concrete en la COP29, cuando cierre la cumbre el viernes 22, Young dijo que tanto a él como a todos los países del Caricom, les preocupa si el NCQG satisfará o no las necesidades de los Peid.
Young criticó la ineficacia del actual sistema internacional de financiación de la lucha contra el cambio climático.
«La actual arquitectura internacional de financiación de la lucha contra el cambio climático no responde a las necesidades de los pequeños Estados insulares en desarrollo. Es demasiado burocrática, compleja y de difícil acceso», aseguró.
Destacó la disparidad en la distribución de la financiación.
«Tomemos como ejemplo el Fondo Verde para el Clima. De los 12 000 millones de dólares aprobados, solo 10 % ha ido a parar a los pequeños Estados insulares en desarrollo, y dentro de ellos, el Caribe ha recibido menos de 600 millones de dólares», detalló.
Si los recursos del NCQG siguen los mismos patrones de desembolso, «está claro que no servirá a nuestros intereses para satisfacer la escala y la velocidad de las necesidades urgentes de adaptación de nuestros países», afirmó Young.
Hace falta un cambio radical en la financiación
El cambio fragmentario no funcionará para los Peid, insistió el responsable climático de Caricom.
«Para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, el sistema de acceso al clima bajo el NCQG y el Fondo de Pérdidas y Daños no puede parecerse a la arquitectura financiera existente. Necesitamos un mecanismo de financiación que sea racionalizado, equitativo, adecuado a su propósito y que responda verdaderamente a nuestros desafíos únicos», subrayó.
Para Young, «hay una falta significativa de transparencia en el espacio de financiación climática porque los países desarrollados continúan obstaculizando los esfuerzos para definir claramente lo que constituye la financiación climática bajo el Acuerdo de París» sobre el clima, alcanzado en 2015 en la COP21.
La financiación a menudo llega en forma de préstamos, y esto tiene implicaciones para los Peid. Recientemente, por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) firmó un acuerdo de préstamo de 100 millones de euros (109,4 millones de dólares) con las islas del Caribe.
Young subrayó los problemas actuales de transparencia de la financiación climática y la claridad de las condiciones de financiación
«Ciertos tipos de inversiones, especialmente los préstamos no concesionales, no deberían contabilizarse como financiación climática según la Convención sobre Cambio Climático», aseguró.
Recordó que «cuando hablamos del objetivo de 100 000 millones de dólares anuales al que se han comprometido los países desarrollados desde 2009, existe un desacuerdo generalizado entre las partes que son países en desarrollo sobre si se ha cumplido».
«La OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) afirma que sí, pero los países en desarrollo sostienen que los fondos no son visibles o son difíciles de rastrear por falta de transparencia», añadió.
Young expresó su preocupación por la creciente carga de la deuda que soportan los Peid a causa del cambio climático.
«Lo que vemos cada vez más es que se nos pide que asumamos una carga de la deuda que ya es alarmantemente alta, muy por encima de los puntos de referencia del Banco Mundial y el FMI», dijo.
Destacó el carácter cíclico de la crisis como otro factor que se tiene poco en cuenta.
«Nos vemos obligados a pedir prestado para aumentar la resiliencia, pero incluso dentro del periodo de devolución del préstamo, volvemos a sufrir múltiples catástrofes. Es un círculo vicioso que nos deja incapaces de recuperarnos, exacerbando nuestro nivel de deuda», subrayó.
Cuando se le preguntó por una única negociación o mensaje clave que sacar de la COP29, la respuesta de Young fue clara:
«El mensaje es que necesitamos una mayor ambición por parte de los países desarrollados para reducir las emisiones de acuerdo con la ciencia», dijo
Y más allá de eso, añadió, «deben cumplir las promesas que han hecho de proporcionar financiación a escala, financiación para la adaptación, tecnología y capacitación a los países en desarrollo, especialmente a los PEID y los PMA (los países menos adelantados».