Mundo Diplomático

‘Deciden nuestro futuro a puertas cerradas’: mujeres indígenas exigen su lugar en la COP30

«Somos las guardianas del planeta para que la Tierra sane”. Con este lema, las mujeres indígenas reafirman su papel esencial en la agenda climática mundial y articulan un mensaje unificado para llevar a la 30 Conferencia de las Partes (COP30), la anual cumbre climática de las Naciones Unidas que se celebrará en Belém, en la Amazonia brasileña, en noviembre.

La declaración se publicó durante la Marcha Nacional de Mujeres Indígenas, celebrada en Brasilia a principios de agosto, y pretende llamar la atención sobre los efectos desproporcionados de las condiciones meteorológicas extremas en las mujeres y las niñas, especialmente en las mujeres indígenas.

Como guardianas de la biodiversidad y responsables del cuidado de sus familias, comunidades y territorios, las mujeres son las primeras en sentir los impactos, que van desde la inseguridad alimentaria y las dificultades económicas hasta el aumento de la violencia y la sobrecarga de trabajo.

“Las mujeres siempre se ven más afectadas por el cambio climático”, declaró Dalí Angel, coordinadora de proyectos del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac), a Dialogue Earth.

Según Dalí Ángel, coordinadora de proyectos de Filac, las mujeres siempre se ven más afectadas y son las primeras en sentir sus efectos. Imagen: Amanda Magnani

Nayra Kaxuyana, asesora internacional del Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, añadió que una de las principales demandas que las mujeres plantean a la agencia federal es el apoyo para la construcción de casas de semillas: “Muchas de las semillas que tenemos hoy en día en los territorios ya no se adaptan al clima”, declaró.

Las Naciones Unidas han destacado que las mujeres indígenas, al preservar las semillas, proteger a los polinizadores, fertilizar el suelo con métodos orgánicos y ayudar a mantener intactos los bosques, están a la vanguardia de la conservación del medioambiente. Por esta razón, la agencia reconoce que su participación en la toma de decisiones es crucial para la recuperación y la adaptación frente a los fenómenos climáticos extremos.

“Somos nosotras las que pensamos en el proceso de resiliencia dentro de los territorios”, afirmó Alana Manchineri, asesora internacional de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab). “Somos nosotras las que conocemos todas las plantas medicinales, las que transmitimos nuestros conocimientos a nuestros hijos y las que formamos a los nuevos líderes”, añadió.

Delegación indígena sin precedentes

La COP30, que se celebra en la Amazonia, tiene como objetivo reunir a la mayor delegación indígena de la historia. Según la ministra de Pueblos Indígenas de Brasil, Sonia Guajajara, el objetivo es conseguir la acreditación de al menos mil indígenas en la Zona Azul, el espacio oficial donde se celebran las negociaciones entre los gobiernos y las delegaciones internacionales.

Hasta la fecha, según Guajajara, las mayores participaciones se registraron en la COP21 de París, en 2015, y la COP28 de Dubái, en 2023, que contaron con alrededor de 350 representantes indígenas de todo el mundo.

Sonia Guajajara, ministra de Pueblos Indígenas de Brasil, dando una charla en la Marcha Nacional de Mujeres Indígenas en Brasilia. Su objetivo para la COP30 es conseguir la acreditación de al menos mil indígenas para que puedan estar en la zona donde se llevan a cabo las negociaciones. Imagen: Amanda Magnani

En los últimos meses, la presidencia de la COP30 ha anunciado iniciativas para reforzar la participación en el evento de los pueblos tradicionales, una categoría que en Brasil incluye a las comunidades indígenas y a otras como los quilombolas, formadas por descendientes de africanos esclavizados.

Entre ellas se encuentran el Círculo de los Pueblos Indígenas, un foro oficial de diálogo con los líderes; la Aldea COP, un campamento que se espera que acoja a 3000 indígenas en Belém; y capacitaciones dirigidas principalmente a mujeres de comunidades y organizaciones tradicionales para que puedan participar en los debates internacionales.

Sin embargo, para las mujeres indígenas, llegar a Belém solo será el primer paso. Angel, de Filac, explica que “incluso cuando las mujeres logran llegar al lugar donde se celebra la conferencia, son los hombres (indígenas y no indígenas) los que pueden acceder a la Zona Azul”, la reservada a las delegaciones oficiales que negocian los acuerdos.

Por eso, para Angel es esencial garantizar la acreditación de las mujeres indígenas, así como de los hombres indígenas. Pero el proceso, dice, es exigente y lleva mucho tiempo. Por esta razón, la alternativa ha sido registrarlas como invitadas de organizaciones asociadas.

“Están decidiendo nuestro futuro a puertas cerradas, donde nuestra voz no está incluida”, añadió Nansendália Ramírez, miembro mexicana de la Alianza Global de Comunidades Territoriales, en su intervención en la primera Conferencia Nacional de Mujeres Indígenas, que tuvo lugar paralelamente a la marcha en Brasilia.

Diplomacia indígena con voces femeninas

Durante aproximadamente un año, representantes de los pueblos indígenas de toda América Latina y el Caribe se han organizado para llegar a la COP30 en una posición más fuerte.

Este movimiento cobró impulso después de que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de Brasil, la base del Acuerdo de París —el plan de acción climática que todos los Estados miembros de la ONU deben actulizar cada cinco años— presentadas a finales de 2024 fueran consideradas por muchos como insuficientes.

“Cuando tuvimos acceso al texto y nos dimos cuenta de que rara vez se mencionaba a los pueblos indígenas, pensamos: esto está mal”, afirmó Manchineri, de Coaib.

Alana Manchineri, asesora internacional de Coiab, señaló que el movimiento indígena brasileño presentó sus propias Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, con propuestas y demandas específicas, en respuesta al documento oficial, que apenas menciona a los pueblos indígenas. Imagen: Amanda Magnani

En respuesta, el movimiento indígena brasileño presentó sus propias NDC, con propuestas y demandas específicas. Aunque no es oficial y tiene alcance nacional, el documento refleja las agendas comunes de los pueblos indígenas de todo el mundo.

Destacan dos demandas: que los Estados reconozcan la contribución indígena a la mitigación de la crisis climática, incluida la demarcación de territorios en sus NDC; y que las organizaciones indígenas tengan acceso directo a los recursos climáticos —de los que actualmente solo reciben 1 %— sin depender de intermediarios.

“Se nos niega este acceso con el argumento de que carecemos de capacidad técnica y recursos humanos”, afirmó Angel.

Para ella, los retrocesos en los derechos de las mujeres, los niños y los pueblos indígenas hacen aún más urgente llegar a Belém con una agenda sólida y unificada. Esta movilización, añadió, va más allá de América Latina y el Caribe y ha llegado a otras regiones socioculturales donde las lideresas indígenas están articulando ahora sus propias agendas. “El reto es unirnos para construir una agenda común”, dijo.

Esta coordinación se ha materializado en diferentes espacios.

El Campamento Tierra Libre, que tuvo lugar en abril, reunió a seis mil indígenas en Brasilia. Allí, representantes de la Amazonía, las islas del Pacífico y Australia emitieron una declaración conjunta sobre la COP30. Imagen: Myke Sena / DPU

Del mismo modo, la conferencia de mujeres indígenas celebrada en agosto concluyó con la Carta por la Vida y los Territorios, que reclama fondos para la gestión territorial y la lucha contra la crisis climática, con las mujeres al frente.

El texto también refuerza la centralidad de la tierra en la lucha indígena: “Nuestros cuerpos son territorio. Nuestro territorio es sagrado. Seguiremos organizados, movilizados y luchando por la justicia, el bienestar y la continuidad de la vida en el planeta”.

Para las mujeres indígenas, todo debate comienza con el territorio. ”No se puede hablar de salud, soberanía alimentaria o calidad de vida sin hablar de territorio”, afirmó Angel. Manchineri agregó: “Para nosotras está muy claro: cuando se violan nuestros territorios, se violan todos nuestros otros derechos”.

Una mujer indígena del territorio indígena Munduruku Sawré Muybu, en el estado de Pará, por donde fluye el río Tapajós, en una asamblea en la que se revelaron los resultados de pruebas de contaminación. Se han detectado altos niveles de mercurio en las mujeres embarazadas y los niños de la zona, como consecuencia de la actividad minera. Imagen: João Paulo Guimarães / Flickr

“Tenemos una alta tasa de mujeres embarazadas con altos niveles de contaminación por mercurio”, dijo Manchineri. “A veces, ni siquiera pueden amamantar a sus hijos porque el mercurio está presente en la leche materna”, añadió.

Los estudios realizados por el instituto de investigación sanitaria Fiocruz en Pará, el estado del norte de Brasil donde se encuentra Belém, han confirmado esta situación: las mujeres embarazadas y los niños que viven a lo largo de la cuenca del río Tapajós y los pueblos indígenas del territorio Munduruku registraron niveles de mercurio superiores a los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud como consecuencia de la actividad minera.

De la aldea a la COP, y de vuelta a la aldea

Ante los innumerables obstáculos, las mujeres indígenas se han movilizado para aumentar su presencia y garantizar que sus voces se escuchen en las negociaciones formales de la COP30. “Para las mujeres que son madres, hemos buscado apoyo para que sus parejas puedan acompañarlas y cuidar a los niños mientras ellas participan en los eventos”, dijo Manchineri.

Mujeres indígenas guaraní-kaiowá durante la Marcha Nacional de Mujeres Indígenas en Brasilia. Las mujeres indígenas luchan contra el sistema patriarcal e incluso contra la discriminación dentro de sus territorios, señala Nansendália Ramírez, de la Alianza Global de Comunidades Territoriales. Imagen: Amanda Magnani

“Tenemos que luchar contra todo el sistema patriarcal e incluso contra la discriminación que existe dentro de nuestros territorios”, añadió Nansendália Ramírez.

Manchineri explicó que su estrategia es doble: llevar lo que se debate en los territorios a la mesa internacional y, a su regreso, presentar las decisiones y los avances logrados de forma accesible.

Para apoyar esta estrategia, las lideresas han organizado sus propios talleres y reuniones preparatorias —las preCOP— además de la formación impartida por la presidencia de la COP. La idea es ayudar a crear conocimiento dentro de las comunidades sobre qué son las conferencias y cómo funcionan, y en última instancia, construir una agenda común.

“Tenemos que llegar empoderadas, con herra

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