Tár de Universal Pictures llega a las salas del cine venezolano
Del guionista, productor y director Todd Field llega TÁR, película protagonizada por Cate Blanchett como Lydia Tár, la precursora directora de una importante orquesta alemana. Conocemos a Tár en la cúspide de su carrera, mientras prepara el lanzamiento de un libro y la muy esperada dirección en vivo de la Quinta Sinfonía de Mahler. A lo largo de las semanas siguientes, su vida comienza a desmoronarse de un modo singularmente moderno. El resultado es un examen mordaz del poder, y de su impacto y durabilidad en la sociedad actual.
Unas palabras del Director
“Este guión fue escrito para una artista: Cate Blanchett. Si ella hubiera dicho que no, la película nunca habría visto la luz. Esto no sorprenderá a los cinéfilos, aficionados o no. Después de todo, ella es una maestra suprema. Aun así, mientras hacíamos la película, la habilidad sobrehumana y la verosimilitud de Cate era algo realmente asombroso de contemplar. Ella superó todas las expectativas. El privilegio de colaborar con una artista de este calibre es algo imposible de describir adecuadamente. En todos los sentidos posibles, esta es la película de Cate”.
El podio
TÁR inicia con una entrevista entre Adam Gopnik y Lydia Tár en The New Yorker Festival, donde la profesión de Tár sale a relucir. Tras graduarse como Phi Beta Kappa en Harvard, la polímata estadounidense se licenció en interpretación de piano en el Instituto Curtis antes de obtener su doctorado en Musicología en la Universidad de Viena, especializándose en la música del Valle de Ucayali, en el oriente peruano, donde pasó cinco años en las comunidades Shipibo-Konibo. Como directora de orquesta, ascendió a las filas de las “cinco grandes” orquestas estadounidenses, mientras componía y ganaba los cuatro premios más importantes: el Emmy, el Grammy, el Óscar y el Tony, lo que la sitúa en la lista de los llamados artistas EGOT (ganadores de los cuatro premios antes mencionados).
Con el apoyo del banquero inversionista y director de orquesta aficionado Eliot Kaplan (Mark Strong), Tár fundó la Beca Accordion Foundation, cuyo principio rector es ofrecer oportunidades de emprendimiento e interpretación a jóvenes directoras de orquesta. Tras dirigir como invitada la Orquesta Filarmónica de Berlín, Tár se convirtió en la directora titular de la misma, cargo que ha desempeñado por siete años.
“Llevaba mucho tiempo pensando en un personaje que se comprometió en su infancia a autoeducarse para perseguir un sueño y una vez que lo ha conseguido, el sueño se convierte en una pesadilla”, señala Field. “Aunque alguna vez Tár vivió una vida dedicada al arte, ahora se encuentra dirigiendo una institución que deja al descubierto sus propias debilidades y devociones, convenciendo a los demás de seguir sus reglas solo para violarlas ella misma, con una aparente falta de conciencia en sí misma. Pero, como diría Janet Malcolm, ‘ser consciente de tu falta, no te libera de la responsabilidad’”.
“Al igual que muchas de las personas que tienen posiciones de autoridad, que respiran el aire enrarecido de las orquestas titulares como las de Alemania, Tár es enigmática”, dice Blanchett. “Para mí eso fue un reto a la hora de dar vida al personaje y encontrar los momentos que permitieran al público conectarse con su experiencia —porque ella es una mujer que realmente no se conoce a sí misma”.
Fuera del podio, la vida de Tár consiste en una relación duradera con la concertino de la Orquesta Sinfónica de Berlín Sharon Goodnow (Nina Hoss); ambas crían a su hija siria adoptiva Petra (Mila Bogojevic), en un moderno hogar berlinés. Tár mantiene una estrecha relación con su mentor y predecesor Andris Davis (Julian Glover), quien la ayuda a desenvolverse en las intrincadas complejidades de su puesto. Y ella misma es mentora de Francesca Lentini (Noémie Merlant), su joven asistente que espera convertirse algún día en la directora de propia orquesta.
“Fue uno de los guiones más sorprendentes e inteligentes que he leído”, expresa Hoss, quien ha actuado en varias películas aclamadas por la crítica del director alemán Christian Petzold. “La tensión se mantiene muy alta hasta el final —te sumerges en este personaje y no hay descanso. También te emociona lo que te provoca la experiencia de la música a nivel emocional y psicológico. Sin hablar del negocio que hay detrás del mundo de la música clásica y la ferocidad que hay en él. El guion de Todd crea un rico entorno dramático —pero al mismo tiempo, la historia es el relato perfecto del mismo”.
Merlant agrega: “TÁR nos presenta un medio que no vemos a menudo —el mundo de la orquesta y su director— pero coloca a una mujer en el papel central y utiliza a otras mujeres para hablar de este mundo y explorar la complejidad de las relaciones entre las personas que viven y trabajan en él. La historia es muy moderna por la forma en que examina las dinámicas de poder y suscita preguntas sobre su complicada naturaleza”.
Mientras la orquesta se prepara para la grabación en vivo de la Sinfonía No. 5 de Mahler para el sello discográfico Deutsche Grammophon —un hito en la carrera de Tár— empiezan a aparecer señales de problemas.
“Con mucha frecuencia, las mujeres directoras de orquesta obtienen piezas de cámara, pero no las grandes —y francamente, eso la agota”, puntualiza Blanchett. “Ella se encuentra tomando decisiones poco acertadas debido al agotamiento que siente ante estos procesos sistémicos. Como mujer, te subes al podio y un cierto porcentaje de tu atención tiene que estimular el hecho político de que estás parada allí, siendo una mujer”.
En la segunda mitad de la película, TÁR se convierte en una historia de dinámicas de poder cambiantes a medida que su orquesta —un organismo democrático en el que los músicos eligen a su director— comienza a verla de forma diferente. “La noción de democracia frente a autocracia está tan viva en la historia de Todd”, explica Blanchett, que culmina en una escena en la que Lydia y su hija juegan a la orquesta con animales de felpa después de que el poder de la directora en el podio se ve amenazado. “No es una democracia”, le dice Tár a la niña, revelando el conflicto en el centro del guion de Field.
Hacer que el ruido tenga sentido
Como muchos, Field conoció la música de concierto a través de Leonard Bernstein. (La formación musical de Field reside en el jazz.) “Cuando ves las conferencias que Bernstein dio en los años 70 en Harvard, él eliminó toda la pretensión y la sustituyó por el amor”, dice Field, “y deja claro que la música clásica es ruido: puedes tocar esta frase y hacerla sonar como un grupo de objetos chocando entre sí, o cambiar el toque y el ataque y hacerla sonar como una obra de Charles Ives —es lo mismo. Esta música debería ser desvirtuada, desmitificada y enseñada en las escuelas públicas. La 5a. Sinfonía de Mahler —la pieza que Lydia va a dirigir —es aquella que realmente lo cambia todo. Si escuchas la música de una película hoy en día, algo que podría no importarle a nadie, estarás escuchando música nacida de esta obra canónica”.
El proceso
TÁR es una película de ensayo, una película de proceso, y Field quería intentar transmitir la mecánica dentro y fuera del escenario de tal evento. “Una preocupación sobre colocar a un personaje en este entorno era que la gente que realmente vive allí pudiera encogerse de hombros y decir que nos habíamos equivocado ––que habíamos presentado una versión de caricatura de la disciplina. Por ello, era esencial que el trabajo de dirección de orquesta tuviera un protagonismo real en la narrativa y que no estuviera allí simplemente como una historia de fondo para otra cosa. La lectura de los libros de John Mauceri sobre dirección de orquesta me señalaron el camino a seguir. Llamé a John, y me encontré bajo el hechizo de un verdadero maestro”.
Mauceri le planteó a Field un curso de estudio, y ambos pasaron muchas horas hablando por teléfono. “John fue increíblemente generoso con su conocimiento y su tiempo. Su entusiasmo, muy parecido al de su mentor Leonard Bernstein, es absolutamente contagioso”.
Durante años, Mauceri dirigió la orquesta del espectáculo “Movie Nights” en el Hollywood Bowl, atrayendo multitudes que agotaron las entradas y que contribuyeron a legitimar la música original de las películas en la mente del público de la música clásica. “John tiene un antecedente inusual para un director de orquesta”, dice Field, “ya que realmente entiende la mecánica de las películas. Así que teníamos a un conocedor, y en la práctica yo podía presentarle las ideas del argumento para comprobar su verosimilitud. El tiempo que pasé con él también me preparó para hacer preguntas difíciles a los profesionales de la música clásica en Alemania, quienes pueden ser notoriamente literales y religiosamente protectores de lo que venden, que por supuesto es la belleza y la respetabilidad”.
“Allí es diferente ”
Para crear una sensación de autenticidad, Field entrevistó a una serie de músicos de orquesta alemanes, incluida la primera viola mujer en la historia de la Filarmónica de Múnich. “Ella compartió los desafíos a los que se enfrentó al llegar —cosas que ni en un millón de años sus homólogos masculinos habrían tenido que afrontar. El mundo de la música clásica germano-austríaca sigue muy congelado en el tiempo. No hay más que ver las principales orquestas. Al día de hoy, ninguna de ellas ha designado a una mujer directora de orquesta. Tan solo esto hace que nuestra película sea un cuento de hadas”.
MAHLER y ELGAR
“La 5a. Sinfonía de Mahler es un hito, no solo en el canon clásico, sino también en otras formas de música. Es fácil enamorarse del tercer movimiento”, afirma Field. “Durante años estuve obsesionado con los sutiles matices de las distintas grabaciones en función de la orquesta, la sala y el director. Hasta que me di cuenta de que la primera vez que mucha gente escuchó la pieza fue cuando vio la película de Visconti, Muerte en Venecia. Entonces, cuando John me preguntó cuál era mi pieza favorita de música clásica, sin pensarlo dos veces me convertí en un apologeta del Adagietto. Me llamó la atención, diciéndome: “Nadie que se tome en serio la música clásica se muestra cínico con el Adagietto. Olvida a Visconti. Construye tu película alrededor de la 5ª.”. Y así fue como lo hice. La historia se centraría en una directora, la primera mujer directora de orquesta en la historia de esta orquesta berlinesa, y se enmarcaría en un período de tres semanas en el que ella se prepara para la presentación de un libro en Nueva York, además de una actuación en vivo en Berlín para una grabación en directo del sello discográfico Deutsche Grammophon, de la 5a. Sinfonía de Mahler.
“Después de esto, no tuve miedo de las pretensiones antipopulares y me sentí libre para presentar la música que amaba profundamente. Una de esas piezas fue el Concierto para Violonchelo de Elgar. Cuando Elgar escribió el concierto, era inaudito que una orquesta tuviera intérpretes femeninas. Sin embargo, la violonchelista Beatrice Harrison fue la primera en grabarlo frente a la Orquesta Sinfónica de Londres, que entonces era exclusivamente masculina, en el Stage One de EMI (actualmente los estudios Abbey Road) dirigida por el propio Elgar”.
“La pieza estuvo prácticamente olvidada hasta que en 1965, Jacqueline du Pré la grabó con la misma orquesta en el mismo estudio que Harrison, solo que esta vez, Sir John Barbirolli dirigía la orquesta. La pieza se vinculó tan estrechamente con du Pré, que la mantuvo como parte de su repertorio habitual. De hecho, fue lo último que ella grabó antes de morir, cuando volvió a Studio One, solo que esta vez con su esposo, Daniel Barenboim, dirigiendo la orquesta. Es en esta grabación que la violonchelista del guion Olga Metkina le dice a Tár que ella es la primera y gran razón por la que ella se volvió violonchelista”.
LA CONSTRUCCIÓN DEL PERSONAJE
“Cate y yo empezamos a trabajar juntos en septiembre de 2020”, relata Field. “Ella hizo otras dos películas mientras se preparaba para hacer TÁR. Trabajaba durante el día y me llamaba por la noche, añadiendo varias horas de trabajo a su día. Aprendió alemán, a tocar el piano —sí, Cate es quien toca el piano, cada una de las notas de las obras— y realizó una impresionante cantidad de investigación. Es una absoluta autodidacta, y consiguió hacer más cosas durante un año —recordemos que mientras eso pasaba hizo otras dos películas —que las que Lydia Tár habría realizado en 25 años. Durante la producción, ella no dormía. Después de un día de rodaje se sentaba en el piano, aprendía alemán, practicaba el acento estadounidense, o tomaba una lección de técnica de la batuta y patrón de ritmo. Pasó su ‘día libre’ en una pista de carreras trazada con las dimensiones exactas de la rotonda de Alexanderplatz para ensayar una escena con Nina Hoss, mientras daba volantazos y frenaba a 100 kilómetros por hora entre ocho autos conducidos por dobles. No había absolutamente nada que pudiéramos pedirle, que ella no pudiera hacer. Ella puso muy alto el estándar para todos y tuvimos que hacer todo lo posible para tratar de seguirle el ritmo”.
Blanchett disfrutó de la carga intelectual del guion de Field, pero conectó con la historia, ante todo, a un nivel instintivo y humano. “Me di cuenta de que había muchas, muchas capas que quitar cuando yo, junto con el público, descubría quién era este fascinante enigma de Lydia Tár. Todd ha creado una criatura absolutamente única”. A Blanchett también le fascinaron las cualidades musicales rítmicas del libreto y el enfoque único de Todd para representar al personaje.