Deporte

Robert Pérez: «Fuimos campeones por disciplinados»

Robert Pérez proviene del macizo guayanés, la tierra donde el oro es moneda corriente. Su nombre evoca a una deidad terrenal que escribió su libro sagrado sobre los parques de pelota en Venezuela. No hacía falta ningún logro adicional para contextualizar lo que representa para el deporte de máximo arraigo en el país, pero al proclamarse campeón de la Liga Mayor de Béisbol Profesional con Marineros de Carabobo, en su primera experiencia a tiempo completo como mánager, la leyenda viviente agregó un nuevo capítulo a su vida, una vez más con letras doradas.

Aunque ser un rey no siempre está relacionado con ganar. Incluso, saborear el éxito con excesiva frecuencia suele convertirse en una maldición, como la de Midas, que todo lo que tocaba convertía en oro y murió de hambre, por su extraño poder. Pero Pérez no es Midas. Pérez es inmortal. Su estatuilla en el Salón de la Fama del béisbol venezolano y la placa en el Pabellón del Caribe así lo demuestran. Algunas veces, para trascender en cualquier ámbito sólo se necesita combinar constancia, disciplina y respeto por lo que se hace. Cada uno de ellos, son valores que el oriundo de San Félix ha profesado toda su carrera.

“Aunque he sido una persona ganadora, he intentado manejarme con mucha humildad. Le dije a los muchachos desde el primer día de las prácticas de pretemporada que, si éramos disciplinados, podíamos ser campeones”, dijo el flamante piloto tras la coronación en el quinto juego de la Gran Final ante Delfines de La Guaira. “Sabíamos que estábamos enfrentando a un rival muy duro, pero si salíamos a jugar con intensidad, conseguiríamos algo bueno”.

Y fue entonces como el más aventajado bateador derecho en los registros de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional se transformó en un maestro en el manejo del pitcheo y dirigió al mejor cuerpo de lanzadores durante la ronda eliminatoria (3.95 de efectividad), semifinal (2.50) y final (3.91) para llevar al primer título de su historia a la franquicia carabobeña.

“Fue una labor que sobrepasó todas las expectativas como organización”, aseguró Luis Blasini, presidente de la divisa, sobre lo hecho por Pérez a lo largo de todo el ruedo. “Realizó un gran trabajo. Tanto él como su staff se entregaron por completo al equipo y estos son los frutos”.

Pérez ganó cinco de las 10 finales que disputó como pelotero activo en la LVBP y ha participado en otras tres como técnico, con un gallardete en su vitrina. Mientras que, en la LMBP, fue el coach de banca de Carlos “El Almirante” García con Líderes de Miranda en el subcampeonato del certamen pasado. En total: 15 series definitorias y siete anillos entre los dos circuitos de la pelota rentada local.

“Las finales siempre se viven diferente porque hay unas mariposas dentro que las sientes cuando quieres hacer las cosas bien, no fallar. Ahora como mánager también las sentí”, admitió el estratega. “Soy una persona callada, que poco habla, pero está pendiente de todo. Intenté concentrarme lo más que podía para buscar los triunfos, porque sabíamos que estábamos jugando contra un equipo que fue favorito todo el año por contar con peloteros de tanta experiencia, pero nada es imposible”.

Cuando hacía falta un productor en el equipo, llegó como sustituto en la semifinal Eduardo Díaz, el hombre récord con 41 impulsadas en la ronda regular, además del líder en bases alcanzadas, con 105.

“Fui afortunado de poder contar con él como mánager”, reveló Díaz. “Es excelente persona, siempre estuvo con nosotros apoyándonos, enseñando cada pequeño detalle que nos ayuda a crecer como peloteros”.

Yoel Yanqui completó su redención en el país con “La Pared Negra” como testigo de primera clase. Luego de un paso infructuoso en el reciente campeonato de invierno con Navegantes del Magallanes, donde el capataz marinero fue coach de bateo, se erigió como el Jugador Más Valioso de los nautas del verano.

“Tener a una persona como él de mánager es un motivo de orgullo”, afirmó el antillano, que fue segundo en la votación al “MVP” de la primera fase del torneo. “Siempre nos daba la confianza para salir al terreno a jugar duro. Desde el primer día de prácticas él nos dijo que íbamos a ser campeones y aquí salió el resultado”.

A Yojhan Quevedo le hacía falta acercarse más a Pérez para unirse a la fiebre áurea, luego de perder las dos finales anteriores, una con Marineros, y la otra con Líderes.

“Todos los peloteros lo vimos jugar. Nacimos viendo a Robert Pérez, con todos esos números que dejó”, recordó el inicialista, primer jugador en los anales del club con 100 hits. “Fue tremendo dirigente. Nos satisface haberle regalado este campeonato en su primer año como mánager”.

Una ofrenda a una divinidad imperfectamente humana. Eso fue lo que se concretó con el último out en el guante de Carlos Durán en el jardín central.

“El trabajo paga” es el mantra marca registrada de Pérez.

Y pocos han trabajado tanto o más que él por dejar su huella en nuestro béisbol.

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