Pete Rose también repartió hits con Leones del Caracas
Por: Eduardo Chapellín
A los 83 años se fue en Las Vegas, Estados Unidos, el mayor hiteador (4.256) en la historia de las Grandes Ligas: Pete Rose.
Nació el 14 de abril de 1941 y llegó al mundo en Cincinnati, la misma ciudad del estado de Ohio, donde inició su carrera profesional en las Grandes Ligas y que pasara con Rojos 19 de sus 24 zafras en la MLB. También fue manager por un poco más de cinco años hasta 1989 con su querida “Maquinaria Roja”.
Lo bautizaron “Charlie Hustle” por su arrojo y determinación, debutando en las mayores con Rojos el 8 de abril de 1963, como segunda base y segundo en el orden al bate en un partido ante Piratas de Pittsburgh.
Comenzó su carrera en la MLB fallando en sus primeros doce turnos, hasta que el sábado 13 de abril, un día antes de cumplir 22 años, conectara triple a Bob Friend de Piratas. Ligó para .273 durante ese año y ganó el Novato del Año de la Nacional.
A los 23 años, Cincinnati la da permiso para jugar en la LVBP con Leones del Caracas para la campaña 1964-65 y bajo la égida de Regino Otero, quien era coach de primera base del club de Cincinnati. El cubano recomendó la contratación de Rose para que perfeccionara la defensa como camarero, concretamente la ejecución de la doble matanza.
Debutó el 17 de octubre de 1964 como tercer bate ante Tiburones de La Guaira y falló en tres turnos, aparte de cometer un pecado como segunda…. Pero al día siguiente 18 de octubre de 1964, Rose mostró por primera vez ante la fanaticada caraquista sus cualidades con la estaca en un encuentro en partido contra Magallanes.
Fue el primer encuentro entre los “Eternos Rivales” desde 1957, cuando la nave se mudó al Oriente del país, cambiando de nombre por siete zafras, En 1964, conducidos por Sparky Anderson, Magallanes se impuso 9 por 2…. pero una de las dos rayitas de los melenudos fue un soberbio cuadrangular de 400 pie por Rose, ante envío de Luis Peñalver, en el cuarto inning, su primer hit en la LVBP.
De más está decir que acabó la liga con un promedio de .351 en 185 turnos y 44 juegos. Incluyó 11 dobles, un triple y 5 jonrones. En la final ante Tiburones ligó para .455 (22-10), incluyendo dos dobles, dos triples y un jonrón con siete anotadas y dos remolques, pero La Guaira ganó el cetro.
También es recordado por sus visitas al hipódromo La Rinconada, donde hizo amistad con el jinete Félix García y sellaba sus cuadritos de 5 y 6, aparte de apostar en la taquilla.
Con Rojos participó en cuatro Serie Mundiales perdiendo en 1970 y 1972 ante Orioles y Atléticos, respectivamente; pero ganó las de 1975 frente a Boston y ante Yankees en 1976.
MUCHAS MARCAS
Muchos dicen que la mejor zafra de Pete fue en 1973, cuando ganó su tercer título de bateo (.338), tuvo 230 hits, anotó 115 y fue nombrado el MVP de la Nacional. En 1979 firma como agente libre con Filadelfia por cinco campañas, volviendo al clásico de octubre en 1980 y 1983, ganando la primera.
Otro momento clave de su carrera fue partir del 14 de junio de 1978, cuando inició una racha de 44 partidos al hilo pegando hits, para empatar el record de la Nacional en poder de Willie Keeler desde 1897 y siendo actualmente el más cercano intento de alcanzar la marca de 56 hits lograda por Joe DiMaggio en 1941.
El 13 de abril de 1984 (21 aniversario de su primer hit en las mayores), Rose le conecta a Jerry Koosman de Filadelfia el hit 4.000 en su carrera, convirtiéndose en el segundo jugador en el club de los cuatro mil petardos, uniéndose a Ty Cobb.
En 1985 y a los 44 años dejó atrás a Cobb (4.191) como el mejor hiteador de todos los tiempos. Su último juego fue el 17 de agosto de 1986, cuando se ponchó como emergente ante Rich Gossage.
Previamente había comenzado como mánager jugador de Cincinnati, donde estuvo al frente por 786 partidos de los que ganó 412, perdió 373 y empatando uno, para quedar con un porcentaje de triunfos de 52,5%, en los seis años con el club, tres de ellos en el doble rol de jugador y manager. Sus equipos terminaron segundos en el Este de la Nacional en sus cuatro temporadas completas al frente.
Aparte de ser el rey del hit, históricamente lideró la Liga Nacional en apariciones en el plato y hits siete veces, en juegos jugados y dobles cinco veces, en turnos al bate y anotadas cuatro veces, y en porcentaje en base dos veces (1968, 1979).
Ganó dos Guantes de Oro (1969 y 1970), realizó diecisiete apariciones en el Juego de Estrellas en cinco posiciones diferentes marca sin parangón (2B, LF, RF, 3B y 1B), y es el único jugador en la historia de las grandes ligas en jugar al menos 500 partidos en cinco posiciones diferentes (1B , 2B, 3B, LF y RF).
De por vida, Rose es el líder de todos los tiempos del club en juegos disputados (2,722), visitas al plato (12,344), carreras anotadas (1,741), hits (3,358), sencillos (2,490), dobles (601) y bases por bolas recibidas (1,210). A lo largo de su carrera de 24 años que se extendió de 1963 a 1986 y en la que también jugó para Filis de Filadelfia y Expos de Montreal, siempre en la Liga Nacional, Rose acumuló sus 4.256 indiscutibles. Fue incluido en el Equipo del Siglo de MLB en 1999.
Hubo un momento que quedó grabado para siempre, ya que esa imagen ha sido repetida millones de veces por cine, televisión y hoy por redes sociales, y fue la colisión que Rose tuvo en el plato con Rose contra el receptor Ray Fosse (Indios de Cleveland), una jugada que dejó en el campo a la Liga Americana en 1970 durante el Juego de Estrellas
Gente del beisbol sostiene que ese choque en el plato, donde Rose pudo evitar arrollarlo, arruinó la carrera de Fosse, quien después de este incidente sufrió persistentes problemas en el hombro durante años. Rose, al ser entrevistado al final del encuentro, realizado en el hoy extinto Estadio Riverfront de Cincinnati e inaugurado en aquel 1970, recalcó que “mi padre jamás me hubiera perdonado si no hubiese arrollado al receptor para anotar”.
Pero el momento obscuro en su carrera, fue en agosto de 1989, cuando el comisionado A. Bartlett Giamatti lo expulsó de toda actividad en la MLB por apostar en los partidos de sus Rojos, siendo mánager. El no negó los cargos, pero aseguró hasta su muerte que apostó siempre a favor de su equipo.
Lamentablemente, esto le costó su merecida entrada al Salón de la Fama, porque nunca le quitaron ese veto, aunque varias veces intentó que lo perdonaran.