Arte y Cultura

Sonya Yoncheva y Domingo García Hindoyan le hicieron un guiño al romanticismo en la Gala Lírica

Yelindi Perez

El amor se apoderó de la sala Ríos Reyna con un repertorio de primer nivel

Sonya Yoncheva, una de las grandes exponentes del canto lírico a nivel mundial llegó a Venezuela el pasado 6 de abril para presentarse bajo los cubos vibrantes del Teatro Teresa Carreño, un espacio donde dejó entrever su dominio vocal, a través de obras de aclamados compositores como Giuseppe Verdi, Antonin Dvořák, Richard Wagner y Giacomo Puccini, que le permitían mostrar sus passagios (pasajes vocales), control de las diferentes dinámicas dentro de las arias o lieds, manejo impecable de sus pianos, centros y agudos, así como el fraseo, que le dio la posibilidad de conectar emocionalmente con la audiencia por medio de cada una de las palabras que emitía.

En esta auténtica velada, la estuvo acompañando su esposo Domingo García Hindoyan, un excelso director de orquesta de origen venezolano, que actualmente dirige la Orquesta Filarmónica de Liverpool, y quiso traer a su esposa por primera vez a su terruño, para que pudiese conocer lo cálido del gentilicio y la calidad de músicos que se han gestado dentro de este territorio.

El show comenzó a las 7:10pm con la obertura del drama musical “Tristán e Isolda” de Richard Wagner, que representó una especie de simbiosis perfecta entre el director y los diferentes talentos que estaban en escena, pues se complementaban perfectamente con el liderazgo y magnetismo de Hindoyan.

Sin embargo, esto solo fue el preámbulo porque luego salió al escenario Sonya Yoncheva con un elegante traje azul claro, que representaba la inocencia, ternura y ese carisma que caracteriza a la artista, para proceder a cantar el aria de Leonora “Tacea la notte placida” de la ópera “Il Trovatore” de Giuseppe Verdi. Una obra que representa un bálsamo de dulzura, donde su personaje habla sobre cómo la luna permanecía hermosa, mientras escuchaba los versos de un trovador.

Una hazaña interesante, porque esta obra en cuanto a temática se conectaba de cierta manera con la que la sucedía, Rusalka de Dvořák, también conocida como “Canción a la luna”, donde la protagonista le pide a la luna que con su esplendor le muestre dónde está esa persona digna de recibir su amor.

Vale la pena destacar que este repertorio fue seleccionado minuciosamente y es parte de ese guiño al periodo romanticista, que de cierta manera evocaron con la complicidad y picardía que la pareja de esposos tuvo en escena.

Posteriormente, como complemento de la primera parte vino la obertura de la ópera Tannhäuser a cargo de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, para luego cerrar con “Dich teure halle” un lied de esa obra, donde Elisabeth (protagonista) dice que el salón de los trovadores es ese lugar donde nacerán las canciones y los sueños lúgubres desaparecerán.  

También con, “Pace mio Dio”de la Forza del destino de Giuseppe Verdi, que sirvió para dar cese a la primera parte del show, que continuaría quince minutos después con un homenaje a Puccini con obras como “La Tregenda”, “Se come voi piccina”, “Un bel dì vedremo”, “O mio Babbino Caro” o “Vissi d´arte”, aunque no fue lo único.

La artista búlgara sedució al público interpretando “Habanera” de Carmen, “Donde lieta uscì” de La Boheme y la zarzuela “Tres horas antes del día”, con un vestido de color fucsia con escarcha con el que salió a escena para la segunda parte.

En este emotivo momento, emitió algunas palabras de gratitud al público venezolano y también al país latinoamericano.

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