Alejandro Pérez-Segnini: “Si no cometes errores, no lo estás haciendo bien”
Serie Egresados Exitosos. Parte 10. Por Elina Pérez Urbaneja.
Graduado en Comunicación Visual, mención Multimedia en el año 2005, se estableció en San Antonio, Texas, donde fundó un estudio que atiende el mercado hispano en los Estados Unidos.
Su intención original era estudiar cine, pero la escuela en la que se había inscrito quebró y cerró antes de iniciar las clases, por lo que le tocó más bien pelear por el reembolso del pago.
“Quedé en el aire, entonces comencé a buscar nuevamente y me enteré que en el ICD daban animación, pero tenía que hacer la carrera completa de comunicación visual. No era lo que tenía pensado, pero igual me inscribí”, cuenta Alejandro Pérez-Segnini, hijo de un diseñador gráfico egresado del Instituto de Diseño Neumann.
Relata que aunque desde niño vio a su papá trabajando, jamás se animó a agarrar un lápiz para dibujar, por eso, sus padres estaban muy curiosos sobre cómo le iba a ir en el ICD: “me fue mal dibujando, pero me enamoré de trabajar con After Effects en la computadora”, reconoce.
Egresó en el año 2005, y desde hace 17 reside en los Estados Unidos. Se fue inicialmente a probar suerte en una agencia que lo había contratado, luego probó junto a su ex compañero Ricardo García y su hermano Rodrigo, fundar un estudio de edición y producción en McAllen, Texas, que inicialmente tuvo gran movimiento debido a una reseña en el diario local, pero la crisis económica finalmente los alcanzó y debieron cerrar y separarse.
Esto es hogar
Alejandro Pérez-Segnini reside en San Antonio, Texas, una urbe que le ha brindado la oportunidad de crecer profesionalmente. “Es una ciudad bicultural, muy bien nivelada. Esto es para mí actualmente hogar”, asegura.
En San Antonio, hace una década se asoció con las hermanas María Fernanda y Lauri Revilla y Oscar Peña, oriundos de México, para fundar la agencia Chamoy, cuyo nombre fue tomado de una salsa homónima de sabor agridulce-picante que se le coloca a mangos y manzanas.
“Queríamos que el nombre resonara en la comunidad hispana, porque nos caracterizamos por crear contenido en español”, explica: “Chamoy complementa lo dulce y lo salado, como el marketing complementa la comunicación de las empresa”, expresa el creativo.
La comunidad hispana es la minoría más grande en los Estados Unidos, teniendo personas con 5 y 6 generaciones asentados en el país, que se comunican en inglés, pero aún entienden el español que le hablan la abuelita y los tíos.
“En Chamoy identificamos nuestras comunidades y sabemos cómo conectar con ellas”. Entre sus clientes están Uber, Cerveza Sol y la Ciudad de San Antonio.
Un kiosco muy especial
El proyecto que más enorgullece a Alejandro es el diseño de una serie de “despensas comunitarias”, que son unos kiosquitos de madera resistentes al agua e iluminados, en los que se recaudan alimentos no perecederos, ropa y sábanas para las personas con pocos recursos.
El venezolano, señala que como publicista, esta iniciativa lo llena porque se aboca al “dar a la comunidad, y no en vender, vender y vender”.
Las despensas nacieron para la organización sin fines de lucro Community First Health Plans, tomando en cuenta que en San Antonio hay muchos indigentes, sobre todo, afroamericanos y mexicanos.
Las primeras despensas se emplazaron frente a iglesias, causando de inmediato la generosa reacción de gente que llevó insumos. Entonces, la iniciativa comenzó a crecer.
“La organización promotora, armó un equipo que revisa y monitorea constantemente los kioscos”, apunta Pérez-Segnini, quien también asevera que incluso, antes del inicio de las clases, los donantes suelen dejar libros, cuadernos y útiles escolares que van a ser utilizados por niños de familias que los necesitan”.
Que tu voz se oiga
“Mi mamá siempre me impulsó a hablar, a manifestar lo que pienso”, declara el creativo de los sempiternos dreads, que al respecto, tiene una anécdota de su época estudiantil en el ICD.
“Carlos Márquez hizo un flyer para promover el instituto que no me gustó y lo comenté en una clase de la profesora Esther Petrone, que me respondió: ‘ve y díselo’. Casualmente entró al salón Carlos Márquez y aproveché el momento para expresarle mi punto de vista y debatir”.
Hubo un silencio, y al cabo de un rato, Márquez hizo la justificación sobre por qué tomó las decisiones gráficas plasmadas en el volante y explicó por qué consideraba que iba a funcionar, teniendo al final una sesión bastante didáctica.
Para Alejandro Pérez-Segnini esta experiencia forma parte de su formación y de la recomendación que brinda a los estudiantes de diseño: “No se queden con sus pensamientos, dejen que su voz se oiga”.
Esa es la misma actitud que nuestro entrevistado ha asumido en el campo profesional, pues considera vital formular todas las preguntas posibles para lograr estructurar los mensajes, pero “a su manera, tomando riesgos y empujándose a sí mismos. Si no cometes errores, no lo estás haciendo bien”.
Para cerrar, citamos otro recuerdo de Alejandro sobre Carlos Márquez, quien “nos dijo que hay una línea muy finita entre artista gráfico y un artista. Yo soy un artista gráfico”, concluye quien tiene en la mira expandir su estudio hasta convertirlo en una agencia global.