Arte y Cultura

A 19 años de la partida del venezolano «Freddy Apolonio Romero», un maestro de la danza Argentina

Al momento de su fallecimiento, (el viernes 6 de enero de 2006, en Brasil); Oscar Araiz, fundador del Ballet del San Martín confesó, al diario La Nación, de Buenos Aires; «A mí me gustaría que se lo recordara por su tremenda generosidad artística y también por su físico extraordinario y su personalidad arrolladora, que lo llevaba a interpretar roles fuertes con mucha solvencia».   Se inició en Venezuela en El Retablo de las Maravillas, un proyecto cultural fundado, a comienzos de la década de los años cincuenta del siglo pasado, por el abogado y promotor cultural, Manuel Rodríguez Cárdenas.  Vivió 12 años en México. Luego bailó en EEUU en la compañía norteamericana de Alvin Ailey por 5 años, hasta llegar a la Argentina en 1969.

   El caraqueño Freddy Romero, es considerado como uno de los principales maestros de la danza contemporánea en Argentina; sus clases se convirtieron en un espacio de paso obligado para aquellos que eligieron la danza como camino.Se le considera el gran maestro de la técnica Graham en Argentina, uno de los pocos que la trabajó, hasta su muerte, con extremo rigor y fidelidad, aunque imprimió en ella su inconfundible marca.

                               EL BAILARÍN DE BRONCE   Freddy Romero, el bailarín de bronce de aquel primer Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, por su imponente presencia, por su piel oscura.   Fue el malvado Teobaldo de Romeo y Julieta y el Cisne Negro de La Reina de Hielo, junto a Ana María Stekelman, (ambas de Oscar Araiz), pura energía y vitalidad.
                                            ATLETA DE DIOS   Freddy Romero, ícono de la danza moderna, uno de los “atletas de Dios”, como decía Martha Graham; un “dotado” para bailar, pero también símbolo de la constancia y el trabajo. En Estados Unidos formó parte de la célebre compañía de Alvin Ailey, destacándose como solista. 
   “Tenía una marca muy fuerte cuando bailaba –recordó el maestro argentino, Oscar Araiz– con el estilo de Ailey, con elementos fuertes que responden a la cultura negra americana.  Las obras de Ailey tenían un contenido social muy fuerte, con música de jazz y blues y eso le quedó en el cuerpo”.  Freddy Romero transmitía ese cariz étnico, con gran influencia negra, y temática social y cultural.
                             PROFETA, LEJOS DE SU TIERRA   Desconocido en Venezuela, vale decir que el caraqueño Freddy Romero inició su formación en Caracas; en 1956 viajó, con una beca de estudios a México, (de la mano del maestro Tulio de la Rosa) donde se incorporó al Ballet Nacional de México y posteriormente al Ballet Independiente de México, país donde conoció a su mujer, la bailarina argentina, Bettina Bellomo, (formada en el Teatro Colón y perfeccionada en Cuba junto a Alicia Alonso).  

En Estados Unidos se formó en la escuela de Martha Graham y en la Compañía de Alvin Ailey.   Se le recuerda, como bailarín,

 por su fuerza expresiva en La consagración de la primavera, Romeo y Julieta; In-a-gadda-da-vida, La reina de hielo, junto a Ana María Stekelman, y otras obras del repertorio de Araiz. 

   “Freddy poseía además de su espléndida técnica, una gran presencia y una especial belleza masculina”, dijo Mauricio Wainrot, su compañero de aquellas primeras épocas en el Ballet del San Martín.    FORJADOR DE ILUSIONES   Freddy Romero, un forjador de ilusiones en el mundo de la danza contemporánea, desde los 16 años se abocó a la búsqueda de un crecimiento espiritual y profesional dentro del mundo de la danza.    50 años dedicados al baile de danza clásica y contemporánea y a la docencia, en distintos sitios del mundo. Bastó que hubiera un escenario para volcar toda su destreza manifestada en sus danzas o un puñado de alumnos para transmitir todo lo conocido, «enseñar la práctica de la danza, no la teoría de la danza», como siempre dijo.

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