Carta de la ONU: el último obstáculo para la reforma del Consejo de Seguridad
Información IPS Venezuela
Cuando los «padres fundadores» -lamentablemente, sin «madres fundadoras»- crearon las Naciones Unidas hace 79 años, una de las mayores anomalías fue otorgar el poder de veto a los cinco miembros permanentes (P5) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU): China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia.
Sin embargo, hace ya varias décadas que en la gran sala de la Asamblea General -y en los pasillos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)- se da vueltas a una antigua propuesta de reforma del CSNU. Pero nunca llegó a despegar.
Después de que la semana pasada la embajadora de Estados Unidos ante la ONU propusiera, entre otros, dos nuevos miembros permanentes procedentes de África, la propuesta de reforma del CSNU ha vuelto a cobrar impulso. Pero los nuevos miembros, si los hay, no tendrán poder de veto, un monopolio que sigue teniendo el actual P5.
Stephen Zunes, profesor de Política en la estadounidense Universidad de San Francisco, dijo a IPS que las propuestas de reforma del Consejo de Seguridad no suelen llegar a ninguna parte debido a la oposición de los miembros permanentes con derecho a veto, que no quieren perder las ventajas que les otorga el arcaico sistema actual.
Sin embargo, esta propuesta, o alguna variante de la misma, podría tener posibilidades de éxito teniendo en cuenta que está siendo impulsada por Estados Unidos, que históricamente se ha opuesto a este tipo de reformas, señaló.
Además, dado que cada uno de los P5 desea ampliar su influencia en África y entre los pequeños Estados insulares, no quedaría bien que se opusieran a tal esfuerzo, declaró Zunes.
La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, declaró antes de dar inicio el martes 24 la sesión de Alto Nivel de la 79 Asamblea General, que la administración de Joe Biden ha anunciado su apoyo a cambios clave en la composición del Consejo de Seguridad.
«Se trata de un proceso que comenzó hace dos años, cuando el presidente Biden compartió que Estados Unidos apoya la ampliación del Consejo para incluir la representación permanente de países de África, así como de América Latina y el Caribe», dijo.
Añadió que «eso se suma a los países que hemos apoyado durante mucho tiempo para que ocupen puestos permanentes: India, Japón y Alemania».
«En los meses siguientes al anuncio del presidente, me reuní con docenas de países en Nueva York en lo que me gusta llamar una gira de escucha. Escuché sus ideas y sus aspiraciones a un Consejo de Seguridad más inclusivo y representativo», aseguró la embajaddora.
Thomas-Greenfield en la última sesión de Alto Nivel de la administración Biden, Estados Unidos llega con tres nuevos compromisos para la reforma del Consejo.
«En primer lugar, que Estados Unidos apoya la creación de dos puestos permanentes para africanos en el Consejo. Segundo, que Estados Unidos apoya la creación de un nuevo puesto electo en el Consejo de Seguridad para los pequeños Estados insulares en desarrollo», puntualizó.
Y tercero, añadió, que «Estados Unidos está dispuesto a tomar medidas sobre estas reformas y a llevar a cabo una negociación basada en textos».
En otras palabras, afirmó, «poner nuestros principios sobre el papel e iniciar el proceso de enmienda de la Carta de las Naciones Unidas».
La reforma del CSNU se ha enfrentado a obstáculos tanto políticos como jurídicos, incluida la modificación de la Carta de las Naciones Unidas.
Los 12 miembros del Grupo Unidos por el Consenso declararon la semana previa a la sesión de Alto Nivel que «se opondrán a la creación de nuevos puestos permanentes y tienen una idea diferente sobre cómo aumentar la representación africana en el CSNU».
Ese grupo está conformado por Argentina, Canadá, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, España, Italia, Malta, México, Pakistán, San Marino y Turquía.
En una entrevista con IPS, Palitha Kohona, antiguo jefe de la Sección de Tratados de la ONU, dijo que suponiendo que surja el esquivo consenso político para enmendar la Carta de la ONU, hay una serie de pasos que deben seguirse según el mandato de la Carta.
Esa Carta se ha enmendado solo cuatro veces en los últimos 79 años.
La enmienda, señaló, se rige por los artículos 108 y 109 de la Carta. En ellos se establece claramente que las enmiendas deben ser adoptadas por Dos Tercios de los Miembros de la Asamblea General (AG) y ratificadas por Dos Tercios de los Miembros de las Naciones Unidas, incluidos todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Dado que todos los miembros de la ONU tienen derecho a ser miembros de la Asamblea General, a menos que estén suspendidos, es razonable suponer que los dos tercios de los votos en la Asamblea se refieren a los miembros presentes y votantes.
La ratificación debe ser por dos tercios de todos los miembros de las Naciones Unidas.
Así que se trataría de un proceso largo y difícil.
La ratificación, dijo, es un proceso interno que depende de la constitución, las leyes y las prácticas de cada Estado.
En muchos países, la ratificación de un tratado es un acto ejecutivo y puede llevarla a cabo, de acuerdo con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, el jefe de Estado, el jefe de gobierno o el ministro de Asuntos Exteriores o cualquier otro funcionario debidamente autorizado al que cualquiera de las autoridades mencionadas otorgue plenos poderes.
En algunos otros países, dijo Kohona, en consonancia con sus propios requisitos constitucionales y legales, los Plenos Poderes a efectos de ratificación solo pueden concederse tras el cumplimiento de determinados requisitos legales y de procedimiento internos, por ejemplo, tras la aprobación del gabinete o del parlamento.
En Estados Unidos, los tratados internacionales, como es el caso de la Carta, solo pueden celebrarse con la aprobación del Senado. El incumplimiento de los procesos internos puede tener consecuencias jurídicas y políticas internas.
Dos tercios de las Naciones Unidas deben incluir a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Dadas las actuales divisiones entre los P5, cualquier consenso entre ellos sobre una cuestión crucial como la enmienda de la Carta supondría un verdadero reto hercúleo, advirtió Kohona, antiguo representante permanente de Sri Lanka ante la ONU.
Según la ONU, el organismo mundial fue creado por la Carta de las Naciones Unidas y el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
La Carta fue firmada el 26 de junio de 1945 por los representantes de 50 países. Los miembros fundadores de las Naciones Unidas son los países que fueron invitados a participar en la Conferencia de San Francisco de 1945 en la que se adoptaron la Carta de las Naciones Unidas y el Estatuto de la CIJ.
La participación se determinó en virtud de haber firmado o adherido a la Declaración de las Naciones Unidas (1942) o según lo aprobado en la Conferencia.
Kohona dijo a IPS que «el veto es un arma elegante en manos del P5. Perpetúa la matanza de no combatientes por parte de un agresor despiadado, mientras que el que ejerce el veto puede pavonearse en el escenario mundial sin sangre en sus manos, camuflando su culpa con justificaciones extravagantes».
El Reino Unido y Francia no han tenido que ejercer el veto en más de una década, ya que han tendido a esconderse detrás del veto de Estados Unidos, dijo.
Acomodar a los nuevos (y, digamos, bien merecidos) aspirantes a miembros permanentes del Consejo de Seguridad ha sido una cuestión controvertida durante largo tiempo.
Sería necesaria una enmienda de la Carta para ampliar el número de miembros permanentes del CSNU, cuya composición sigue reflejando a los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Los vencedores se aseguraron las primeras posiciones en la mesa principal, desde donde podían controlar los asuntos mundiales. Pero el mundo ha cambiado enormemente desde entonces.
Hoy en día no hay ninguna razón que justifique que Europa ocupe Cuatro de los cinco puestos permanentes del Consejo de Seguridad, señaló el diplomático esrilanqués. O, añadió, que el Grupo de Europa Occidental y Otros (Weog, en inglés) de la ONU ocupe tres de los cinco puestos permanentes del Consejo.
Ello, especialmente, en un mundo en el que el poder militar y económico se ha desplazado drásticamente hacia otros países, adujo Kohona.
África, con 54 países y 1200 millones de habitantes, no ocupa ni un solo puesto permanente. Asia, con más de 50 países y una población de 4600 millones de personas, solo tiene a China en el Consejo de Seguridad.