Adolfo Nittoli: “Siempre quiero producir un sentimiento de empatía con el espectador”
Por: Eduardo Chapellín
Hacer un monólogo no es nada fácil, ya que el actor tiene el reto de enfrentar sólo al público en un escenario y atraparlo. Y las cosas se complican más cuando ese histrión interacciona con los espectadores de una manera natural, donde no se vea que está actuando, sino que transmita la sensación de estar compartiendo sus vivencias con esos asistentes. Y ese reto lo cumple el experimentado Adolfo Nittoli con Las cosas extraordinarias, original del dramaturgo Duncan MacMillan, bajo la dirección de Consuelo Trum y la producción del Grupo Teatral Repico.
Esta obra ha sido presentada exitosamente en varios países y desde hace menos de un mes ha calado en el público venezolano. Y este viernes, sábado y domingo, desde las seis de la tarde, termina su primera temporada en la Sala La Viga del Teatro Chacao en Caracas. Nittoli explicó algunos detalles de este unipersonal.
– ¿Cómo llegas a este texto?
– Estaba detrás de este texto desde finales del año 2017, pero por diversos compromisos no se daba, porque estaba haciendo otras cosas en mi carrera. En 2018 cuando se estrenó en el Reino Unido y estaba sonando en internet. Seguí las reseñas, las entrevistas al director, el autor y el actor y todo lo que salía en redes sociales. Empecé seguirle la pista al equipo del autor, pero mis compromisos y luego la pandemia nos paralizó a todos de una forma. Sin embargo, el año pasado comenzaron las conversaciones fluidas con el equipo del dramaturgo y es cuando canalizamos la idea de hacer el montaje en Venezuela, trabajando juntos.
– Es una obra de mucha interacción con el público…
– Una de las cosas más exigentes que tiene este monólogo para el espectador es que lo convoca a una situación de ruptura absoluta de la cuarta pared (interacción entre público y actores), pero no sólo esta ruptura, sino que el texto invita al espectador a estar prácticamente en el escenario, porque se extiende más allá de los límites del actor, ya arropa a todos. Entonces esto puede poner a varios espectadores en una situación de vulnerabilidad y de exposición. Sin embargo, las situaciones no son violentas, sino lo que se busca lograr a través de este recurso es generar un espacio de conversación, no solamente íntima sino franca, donde la persona sienta que eso que está escuchando, lo escucha de manera genuina y por primera vez, que debería ocurrir siempre con cualquier texto, pero por la forma que esta obra está escrita, es la sensación que tiene que dar, como si estuviéramos conversando codo a codo, de manera franca. Estos son los desafíos para el espectador, a los cuales se suma el hecho de que permanecen atentos durante toda la función porque construyen conmigo una lista, donde muchas veces interpretan personajes de acuerdo al lugar donde se sientan y el cómo fluya la improvisación.
– Pero se puede complicar el actor…
– Aquí entran los desafíos del actor, porque primero es un monólogo que exige estar tremendamente despierto en escena, ya que estoy en un unipersonal y todo depende completamente de mí. A eso hay que agregar que hay un margen de improvisación importante y que el texto plantea el desafío de que el actor pueda trabajar en lo exterior sin perder el mundo interior. Y aquí me refiero a la situación dramática por la que atraviesa este personaje, que es profunda, muy sólida y contundente, que forma parte de su mundo interior. Sin embargo, en la función escénica básica hay que trabajar de cara al espectador, entonces ese equilibrio entre el mundo interior dramático, denso y teatral con el trabajo exterior de escuchar a los espectadores, mirarlos a los ojos, atender el ritmo, estar pendiente del margen de improvisación, llevarlos en el tempo de la obra, exige trabajar en dos dimensiones. El trabajar casi en el stand-up, que es una de las propuestas del autor, pero sin perder la teatralidad y el mundo dramático que está ahí presente. Eso es de gran exigencia para el actor y está también el hecho de que esta dinámica de trabajar en lo exterior sin perder el interior, entrar y salir, la forma en que el monólogo debe ser dicho, es una forma conversacional que raya casi en lo cotidiano. No es un texto convencional que tenga un personaje al cual pueda caracterizarse o abordarse físicamente o vocalmente de alguna forma. No en lo absoluto, ya que el requerimiento principal de la obra es la desnudez de recursos, de trucos.
– ¿Actuarlo como si fuera sólo una conversación entre un grupo de personas?
– Sí. No hay un personaje como tal: hay una situación que atraviesa un individuo, pero que actoralmente no puede abordarse como un personaje cualquiera. Esto lleva a que el texto deba ser dicho de esta forma tan desprovista de artilugios teatrales, porque yo siento y lo he comprobado, que sí este texto se actúa convencionalmente, no funciona, porque sólo actuarlo lo distancia del espectador y se convierte en un hecho teatral en sí mismo y deja de ser una conversación entre dos seres humanos.
– ¿Pero qué mensaje quieres dar?
– Hay muchas cosas que se lleva la gente a su casa después de haber vivido la experiencia de este monólogo. Se debe tomar en cuenta que el espectador ha estado sentado durante sesenta minutos o un poquito más o menos, dependiendo de cómo esté la función ese día. Ese espectador ha estado conversando con un hombre que le abre su corazón y está contando en primera persona, de una manera absolutamente honesta, la situación por la que ha atravesado desde que tenía siete años de edad. Es un ejercicio que dura una hora para las personas que asistan a ver Las cosas extraordinarias, fortalezcan su empatía.
– ¿Y qué le dicen los espectadores?
– Algunos me han dicho que les resulta incómodo en el sentido de que los mueve la idea de querer pararse y darle un abrazo a la persona (actor) que tienen ahí abriendo su corazón, pero también están convencidos que están en un contexto teatral y se limitan… pero el impulso que han tenido es pararse a consolarme. Y creo que es uno de los elementos más importantes de la obra: produce un sentimiento de empatía. Y hacia el final de la obra descubrimos que todos hemos estado sentados (espectadores y actor) en un grupo de apoyo, porque la obra es un grupo de apoyo, donde los espectadores participan. El autor nos quiere decir que todos, absolutamente todos, hemos pasado por una situación de ese tipo y todos merecemos ayuda y acompañamiento.
– ¿Y qué más se llevan?
– Muchos me dicen que salen con una gran sensación de profunda conexión con la vida. Que una obra de teatro permita que un espectador salga modificado, significa que se ha hecho bien el trabajo. Y en la medida que nosotros podamos a través de este texto cambiar la forma en que vemos la salud mental, la ansiedad, la depresión, la forma en que nos relacionamos con el otro, si puede hacer que de alguna manera nos convirtamos en personas más empáticas, entonces creo que eso es teatro de verdad.
– El teatro que te ponga a reflexionar…
– Y esto es una opinión muy personal: el teatro que modifica al espectador, que haga que el hombre que sale de la sala sea distinto al hombre que entró. Y este texto siento que lo hace de una manera muy eficaz. Y este texto no me cansaría jamás de hacerlo. Cada vez que lo interpreto lo descubro desde un lugar distinto y cada vez que se ve, se descubre desde un lugar distinto.