Wilson Álvarez: «Ahora todo es por números»
«Se podría decir que ahora se hacen más pesas, entre más pesas mejor. Antes no se hacía nada de eso. El pitcher lo que hacía era correr. Es verdad que ahora tiran más duro. En cuanto a los bateadores, no les están enseñando a dar hits, sino saca bolas, dar jonrones, dale para arriba el swing. De ahí ahora se lancen más rectas altas y por eso hay muchos más ponches ahorita en las mayores», reflexionó la otrora estrella del pitcheo, Wilson Álvarez.
El actual coach de pitcheo de Leones del Caracas, analizó el actual estilo de beisbol que se juega, donde una lanzador tae lanza a 95 o 100 millas para retar al bateador, que no busca ahora el contacto, sino montarla en las gradas: «En los tiempos de uno no enseñaron a pitchear más, a mover la bola, a localizarla mejor. Ahora apelan mucho más a tirar rectas fuertes».
«Nos decían todos los días, entre menos lanzamientos tires más tiempo vas a estar en el juego, más innings vas a estar y más chance tendrás de ganar juegos. Ahora no, ahora enseñan poncha, tira lo más duro posible. Entre más ponches mejor. Por eso ves en Grandes Ligas que los abridores están en el quinto inning con cien pitcheos. Si hacías eso antes de lanzar apenas cinco actos, te ibas a triple A. Esta es la diferencia», analizó más profundamente este zuliano.
«Para uno como coach uno quiere que abridor vaya a siete innings y así descansas al bullpen, pero si es ventajoso porque todos tiran a 95 o hasta más de cien millas. Esta es también una diferencia, ya que viene uno en el séptimo y te lanza a 98 y viene el cerrador y tira a cien. Uno lanza más duro que el otro. Sin embargo, es el beisbol de ahora», señala sin amargura en sus palabras.
«También ahora es todo por números. Antes lo que veía el dirigente y su conocimiento del juego. Ahora todo es por números, quién es más efectivo contra zurdos, quién contra derechos. Todo es por computadora, haces lo que diga la computadora», precisa.
Eso sí, «El Intocable», como lo apodaban cuando era un pitcher estelar, no utiliza laptops: «Yo tengo mis propios numeritos marcados. Si me ves en el partido, yo llevo mi juego pitcheo por pitcheo, anotando siempre. No soy experto en la computadora. Yo prefiero hacerlo a mano como en la vieja escuela. Lo mismo que tienen muchos en la computadora, lo tengo en mis papeles, solo tengo que abrir la carpeta».
No quiere hablar mucho del pitcheo actual de la liga: «Apenas van diez juegos y no he visto a todos los equipos para decir quién me gusta o no. De Caracas si puedo decirte que aquí tenemos a Miguel Rodríguez que lanzando poco pero se ve muy bien y está en clase A con Minnesota. Tiene chance, tiene la actitud, los lanzamientos y tiene el deseo de aprender más. Usa recta, slider y cambio.Y lanza a 94, 95 con apenas 21 años».
Recuerda que el coach Rick Peterson fue quien más lo ayudó cuando este zurdo apenas estaba en las menores de Medias Blancas de Chicago: “Él me hizo creer en mi. Estuve en un momento en que quería tirar la toalla. Y el otro fue Jackie Brown, ya cuando estaba en las mayores con Chicago. Ambos me ayudaron a creer en lo que yo tenía: recta, curva y cambio”.
Acota que de este repertorio, su arma principal fue la curva: “Tuve mucho control de ella. Tuve esa habilidad, gracias a Dios, de colocarla en strike o en bola para engañar al bateador. Podía localizarla bien. La clave está en localizar bien cualquier envío que tengas”.
“Y aunque lo creas o no, al que más yo le pregunté una vez que estaba en Grandes Ligas, no era ni zurdo, ni tiraba a cien millas. Era Charlie Hough, quien tiraba la pelota de nudillos. Con él fue que aprendí mucho cuando le preguntaba; o simplemente estaba cerca de él escuchándolo hablar de beisbol”, recalcó Wilson Alvarez.
No esperó otra pregunta para agregar que “de otro que aprendí mucho fue Ozzie (Oswaldo) Guillén cuando era shortstop. En pleno campo de juego (con Medias Blancas) me decía: ‘tienes que tirarle esto, tirarle aquello o trabajarlo asi’. El tener un hombre detrás de uno con tanto tiempo y conocimiento en el beisbol, me dio mucha confianza. Desde que yo subí arriba en los noventa, siempre lo dije: que tenía pasta como para ser mánager”.