Juvenal Ravelo representará a Venezuela en la Biennale di Venezia 2024
Por: Luis Jesús González Cova
El experimentado y reconocido artista plástico Juvenal Ravelo fue seleccionado para representar a Venezuela en la edición número 60 de la prestigiosa Exposición Internacional de Arte conocida como La Biennale di Venezia, que tendrá lugar del 20 de abril al 24 de noviembre del año entrante, esta vez con el lema Extranjeros por todas partes, y bajo la curaduría general del director artístico del MASP (Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand), el braselieño Adriano Pedrosa. Como señaló en una visita guiada: «Todo artista debe buscar siempre la cabecera de su río».
La información que aún no figura en el portal del evento internacional fue adelantada por el propio artista monaguense, en ocasión de la exposición que se inauguró en el Centro de Arte Moderno, situado frente a la plaza La Castellana en Caracas. Se trata de Juvenal Ravelo. Reflejos cromáticos. Homenaje a Cruz-Diez, Soto y Otero, iniciativa que representa un peldaño más en el desarrollo de la línea de investigación que ha marcado su expresividad artística: la fragmentación de la luz y el color.
Ravelo anticipó que algunas de las obras, la mayoría de ellas elaboradas este mismo año, expuestas en el recinto del centro de arte en La Castellana, formarán parte de la muestra que viajará al pabellón de Venezuela en Venecia, donde este maestro del cinetismo exhibirá una propuesta inmersiva, no solamente con una pieza estructural que el público podrá recorrer, tal y como hizo a finales de la década de los 60 del siglo pasado en la Bienal Internacional de Jóvenes Artistas en París, sino además con obras que se apreciarán en un formato virtual, con el uso de lentes o cascos que emplea esta tecnología.
Por supuesto, Juvenal Ravelo también invitará al público general del reputado evento italiano a participar en la creación plástica con su Arte de Participación en la Calle, una línea de trabajo prefigurada desde que estudió Sociología del Arte, en la Paris Sorbonne Université, y que se inició, en la práctica, cuando regresó desde Europa a Caripito, su pueblo Natal.
Con Arte de Participación en la Calle, Juvenal Ravelo ha contribuido a estimular la sensibilización artística y ha puesto a participar en la elaboración de obras murales a un sinfin de habitantes, principalmente de lugares deprimidos, no solamente en Venezuela, sino además en el exterior. De hecho, la más reciente de estas experiencias tuvo lugar en Vigny, Francia.
TRES GRANDES
De cara al evento internacional de Venecia, la exposición que se podrá ver hasta febrero próximo en Caracas es una suerte de calentamiento o abreboca, pero no por ello una exposición menor. Se trata de un corpus configurado por unas 35 obras de reciente data, prácticamente “recién salidas del horno», en muchas de las cuales el autor experimenta con un nuevo dispositivo reflectante como elemento cinético que, por el movimiento del espectador, produce alteraciones cromáticas y vibración en las obras.
Como elemento innovador, la exposición tiene una sección de obras en formato virtual que solo se pueden ver con cascos o lentes de realidad virtual. Las obras de este segmento, según explicó el maestro Ravelo, existen en la realidad, solo que físicamente no están en ese espacio.
La muestra se completa además con una cronología creada por la curadora e investigadora Élida Salazar, que abarca un panel de unos 8 metros de largo por un metro de ancho, enriquecida con valiosas fotografías y comentarios de especialistas reconocidos sobre la obra del maestro Juvenal Ravelo.
El artista monaguense comentó que en un principio recibió una invitación por parte de Salazar a exponer en los espacios del Centro de Arte Moderno, propuesta que el maestro aprovechó para sumarse a las celebraciones de los centenarios de Carlos Cruz-Diez y Jesús Soto. Igualmente quiso rendir homenaje a Alejandro Otero, dos años mayor que los anteriores y quien fue su profesor.
Además, el próximo fin de semana del 9 de diciembre, se agregará a esta muestra el componente correspondiente al Arte de Participación en la Calle, con la intervención del público que, bajo la guía del autor, podrá dejar su impronta colectiva en este homenaje a Soto, Cur-Diez y Otero.
HABLA EL MAESTRO
Juvenal Ravelo tuvo la fortuna de compartir con esos tres grandes de las artes venezolanas durante sus años de juventud en la París donde vivió el Mayo Francés, ciudad que les sirvió de lienzo y pincel para pintar entre los cuatro un capítulo fundamental de las artes plásticas venezolanas y para colocar a nuestro gentilicio en la primera línea de las artes.
A propósito de esta exposición, Ravelo recordó en un texto publicado en sus redes sociales que Jesús Soto además de ser precursor del arte cinético fue nuestra primera referencia en el contexto internacional.
“Cuando (Soto) llegó a París, había finalizado la Segunda Guerra Mundial y el abstraccionismo geométrico abandonaba el escenario cronológico de la historia de la pintura a las indagaciones del arte óptico. Paralelamente al umbral del informalismo y de la nueva figuración, Victor Vasarely, en su periodo Belle-Isle (1947), se perfilaba como pionero en las ilusiones ópticas en el plano bidimensional, para desembocar en el cinetismo”, rememoró el de Caripito.
En ese contexto, Soto comenzaba sus investigaciones cinéticas utilizando las tramas, con formas de huellas dactilares y figuras geométricas, con líneas en su interior, para provocar el movimiento con el desplazamiento horizontal del espectador.
A esto se sumó la experimentación, en 1920, del investigador en el campo heurístico Naum Gabo, quien incorporó movimiento en el arte a partir de motores eléctricos y coescribió el Manifiesto Realista
“Soto comprendió también que el cinetismo no podía crearse dependiendo solamente de la intuición y el azar, entendiendo que era necesario investigar para agregarle a la plástica la nueva invención: el movimiento y la incorporación del tiempo en el planteamiento cinético”, reflexionó Ravelo.
En relación a Cruz-Diez, recordó cuando en 1965 le contó que su pintura figurativa narraba, “a manera de crónica, ese mundo mágico del folclor y del realismo social de los cerros de Caracas”. Sin embargo “a esa pintura le faltaba algo” que luego de mucho andar llegó con su primera Fisicromía en 1959, con el rojo y el verde, como generadores de gamas, y el blanco y el negro como moduladores de la luz.
De Otero mencionó su visión marcada hasta los diecisiete años por el mundo de la imagen de la selva profunda, “de la policromía de las aguas con su espejismo mágico, tal vez como las vio Rómulo Gallegos en su novela Canaima«. Y por supuesto sus coloritmos, una de las épocas más trascendentes de su creación plástica.
“Cuando fuimos sus alumnos supimos de esa pasión cuando explicaba un cuadro de Picasso, Matisse o Mondrian durante la clase de Análisis y Composición. Toda su obra quedó a manera de testimonio de su incalculable talento, capaz de crear un lenguaje plástico en grandes dimensiones, como lo representan sus últimas esculturas, que irradian luminosidad y producen movimientos continuos según las incidencias del viento».