Mundo Diplomático

Las causas de la sequía histórica en la Amazonia brasileña

Información IPS Venezuela

La crisis es más grave en el estado de Amazonas, que, aunque está sometido a una presión cada vez mayor por la deforestación ilegal, especialmente en su parte sur, sigue teniendo la mayor proporción de vegetación autóctona y cursos de agua conservados de todos los estados de Brasil.

Pero ni la resistencia de la selva ni la abundancia de agua en la Amazonia, cuya cuenca es la mayor del mundo por volumen y superficie, han podido frenar los devastadores daños causados por la actual sequía.

“Es una catástrofe anunciada”, afirma Luciana Gatti, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), cuyo seguimiento ha demostrado cómo el bioma amazónico va perdiendo su capacidad de generación de lluvias y de almacenamiento de carbono a medida que avanza la deforestación.

Los ríos de la cuenca amazónica han registrado mínimos históricos, lo que ha impedido a los barcos que transportaban personas y mercancías llegar a sus destinos y ha dejado aisladas a las comunidades indígenas y ribereñas.

La sequía, combinada con el calor extremo de un invierno sudamericano anormalmente cálido, puede haber sido responsable de la muerte de más de 170 delfines en el estado de Amazonas ―algo sin precedentes en el bioma― y ha facilitado la propagación de incendios, cuyo humo ha creado escenas apocalípticas en la capital del estado, Manaus.

¿Qué tan intensa y rara es esta sequía amazónica?

La región amazónica de Brasil experimenta dos estaciones al año: la seca y la lluviosa. Los amazónicos se han acostumbrado al carácter cíclico de las fluctuaciones del nivel de los ríos. Pero lo que ya no es tan predecible, según los expertos, es la intensidad y frecuencia de los periodos secos y húmedos.

Donde antes se producían una vez cada dos décadas, las sequías intensas son ahora más regulares, según Carlos Nobre, científico climático e investigador de la Universidad de São Paulo, que destaca cinco episodios similares ocurridos desde 2005. “El cambio climático ha aumentado mucho la frecuencia y la gravedad de estas sequías”, afirma.

La sequía de este año puede eclipsar el último episodio grave en la región. Una de las sequías más agudas de la Amazonía se produjo en 2015 durante la estación seca entre mayo y octubre, prolongándose hasta la estación húmeda del primer semestre de 2016, con lluvias 50 % por debajo de los niveles esperados.

Los climatólogos consultados por Diálogo Chino esperan la llegada de la estación lluviosa en noviembre para evaluar el alcance de la sequía actual. “Todavía no sabemos si esta sequía batirá el récord de 2015 y 2016”, dice Nobre. “En algunos lugares ya sucedió, como en la cuenca del río Negro”.

La semana pasada se registraron una serie de mínimos históricos en el río Negro, que fluye desde su nacimiento en el este de Colombia a lo largo de más de 2.200 kilómetros hasta desembocar en el río Amazonas en Manaus.

El 26 de octubre, su nivel bajó a 12,7 metros en el puerto de Manaus, el nivel más bajo registrado en 121 años. En el otro extremo de la escala, en junio de 2021, durante una crecida sin precedentes, alcanzó su máximo histórico con 30,02 metros.

¿Cuáles son las causas de la sequía en la Amazonia?

Entre 2020 y mediados de 2023, Brasil sufrió los impactos de La Niña, fenómeno climático que provoca un enfriamiento anormal del océano Pacífico, lo que altera la formación de los vientos y trae más lluvias a la Amazonia brasileña.

La región está ahora bajo la influencia de El Niño, el fenómeno climático homólogo que calienta esas aguas, cambiando la distribución de los vientos y provocando sequías más fuertes que las experimentadas estacionalmente.

Simultáneamente, las aguas del océano Atlántico Norte han registrado temperaturas inusualmente altas, trayendo vientos secos a la Amazonia. Con los dos océanos que rodean a la selva ―el Pacífico al oeste y el Atlántico al este― más cálidos de lo habitual, se está impulsando un clima más seco que ejerce presión sobre el bioma.

“Estos dos factores conducen a una sequía muy pronunciada y muy larga”, explica Nobre, coautor de la tesis según la cual la Amazonía está cerca de su “punto de inflexión” y la deforestación podría conducir a la “sabanización” de la selva.

La sequía de este año también se está viendo intensificada por la progresiva pérdida de bosques, afirma Gatti, del Inpe. “Lo peor de todo es la deforestación, porque el propio bosque participa en la formación de las lluvias”, afirma.

Las regiones del este de la Amazonía brasileña, donde avanza el arco de la deforestación, perdieron una media del 30% de su cobertura forestal, y esta zona, explica Gatti, influye en la formación de las lluvias en el lado oeste, donde la sequía es más pronunciada.

Lo peor de todo es la deforestación, porque el propio bosque participa en la formación de las lluvias: Luciana Gatti.

Con la vuelta al poder del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y sus planes de reintroducir protecciones para la Amazonía, la ONG medioambiental Imazon informa que la deforestación ya fue tres veces menor en los nueve primeros meses de este año en comparación con el mismo periodo de 2022, bajo el mandato de su predecesor Jair Bolsonaro, que fomentó la explotación de los recursos naturales de la selva.

A pesar de la reducción, la deforestación continúa a un ritmo significativo. Un área equivalente a casi 1300 campos de fútbol de selva tropical ha desaparecido cada día este año, lo que supone una destrucción aún más alta que los niveles previos a 2017, durante los gobiernos anteriores del Partido de los Trabajadores de Lula, señala el informe de Imazon.

¿Qué daños ha causado la crisis hídrica?

A mediados de octubre, una delegación del gobierno federal de Brasil llegó a Manaus para intentar explicar la nube de humo que sofocó la capital del estado durante varios días seguidos.

Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, declaró que la sequía, provocada por fenómenos climáticos, había confluido con incendios ilegales en zonas ya resecas de los alrededores de la ciudad y en el sur de la Amazonía, agravando el problema.

“No existen los incendios naturales en la Amazonía”, dijo Silva entonces, explicando que los incendios son actos criminales que forman parte de la deforestación en la región.

“Incluso con una reducción del 64% de la deforestación en el estado de Amazonas [en 2023], seguimos teniendo una situación muy difícil”, añadió. “Imaginen si hubiéramos mantenido el estándar que teníamos el año pasado [bajo el gobierno de Bolsonaro]”, dijo.

Los incendios provocaron que el 11 de octubre Manaus registrara uno de los peores niveles de calidad del aire del mundo, con 387 microgramos de contaminantes por metro cúbico, lo que la sitúa sólo por detrás de dos lugares: Chikkamagaluru, en India, y Talang Betutu Palembang, en Indonesia, según informa Veja.

El 26 de octubre, aunque la contaminación había remitido, Manaos seguía teniendo un aire insalubre, con 131 partículas por metro cúbico, según el Índice Mundial de la Calidad del Aire.

A lo largo de esta aguda sequía, la fauna regional se ha visto gravemente afectada. Hasta el 27 de octubre, 178 botos tucuxis, dos tipos de delfines de agua dulce presentes en la cuenca del Amazonas, habían muerto en los lagos Tefé y Coari, en la Amazonia, según el Instituto Mamirauá, una organización ecologista local.

La temperatura del agua del lago Tefé alcanzó los 40,9C durante el mes, y el calor extremo es la principal hipótesis de las muertes, aunque aún se están realizando pruebas de laboratorio. De momento, se han descartado los agentes patógenos como causa de las muertes. Según el instituto, el nivel del agua volvió a subir, estabilizando la situación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *