Stéphane Rolland presentó su nueva fragancia junto a Henry Jacques
Algunos encuentros parecen predestinados. Cuando Stéphane Rolland conoció a Anne-Lise Cremona, su arte, su artesanía y sus recuerdos les guiaron hacia una aventura única.
Más que una unión de Alta Costura y Alta Perfumería, es el perfume de una visión compartida que toma forma. Una creación a cuatro manos nacida de emociones y convicciones, y concebida para ser vivida y compartida.
Adéntrese en el proceso íntimo y creativo de convertir un encuentro en una fragancia extraordinaria.
UN ENCUENTRO PARECIDO AL DESTINO
Desde que tiene uso de razón, Stéphane Rolland siempre ha tenido una relación única con el perfume. Guiado por el instinto y el deseo de aprender, evoluciona constantemente en su elección de fragancias. «En los años 70, lo probaba todo, incapaz de permanecer fiel a una sola fragancia. Mezclaba mis propias composiciones, superponía perfumes o usaba deliberadamente notas de cuero en invierno, desafiando las convenciones», recuerda. Incluso admite tener un muebleentero dedicado exclusivamente a su colección de perfumes.
Parte integrante de su vida, el perfume se ha convertido en un compañero esencial, un capullo protector que le envuelve a lo largo del día o mientras vaga por el mundo.
En la década de 2010, Anne-Lise Cremona, plenamente consciente del tesoro heredado que se le había confiado, se preparaba para que la Haute Parfumerie siguiera viva y en sintonía con su tiempo, mezclando tradición e innovación.
Cuando conoció a Stéphane Rolland, se juntaron dos emociones, dos pasiones: un entendimiento tácito, una conexión natural, sencilla y genuina. «Era extravagante y a la vez desarmantemente sensible. Vi en él una rara delicadeza y una profunda humanidad», explica, aún conmovida. Por su parte, Stéphane recuerda vívidamente su primer encuentro:
«Supe inmediatamente que íbamos a crear algo juntos. Fue un momento tan poderoso y único».
Sin embargo, los caminos de Stéphane Rolland y Anne-Lise Cremona evolucionaron en paralelo durante mucho tiempo.
Compartiendo la misma sensibilidad por la belleza y considerando la excelencia como una evidencia, cada uno de ellos siguió sus respectivos caminos con tranquila admiración y respeto mutuo, y en ocasiones se sorprendieron gratamente al encontrarse con las creaciones del otro en casa de sus propios clientes
«Vi en él una rara delicadeza y una profunda humanidad».
Cuando conoció a Stéphane Rolland, se juntaron dos emociones, dos pasiones: un entendimiento tácito, una conexión natural, sencilla y genuina. «Era extravagante y a la vez desarmantemente sensible. Vi en él una rara delicadeza y una profunda humanidad», explica, aún conmovida. Por su parte, Stéphane recuerda vívidamente su primer encuentro:
«Supe inmediatamente que íbamos a crear algo juntos. Fue un momento tan poderoso y único».
Sin embargo, los caminos de Stéphane Rolland y Anne-Lise Cremona evolucionaron en paralelo durante mucho tiempo.
Compartiendo la misma sensibilidad por la belleza y considerando la excelencia como una evidencia, cada uno de ellos siguió sus respectivos caminos con tranquila admiración y respeto mutuo, y en ocasiones se sorprendieron gratamente al encontrarse con las creaciones del otro en casa de sus propios clientes.
Han tenido que pasar diez años para que sus caminos vuelvan a cruzarse, quizá el tiempo necesario para que cada uno se reconstruya, encuentre la paz, se alinee. En 2025, queda claro: ha llegado el momento de crear juntos. Un reflejo de dos almas dispuestas a hablar con una sola voz a través de un perfume a cuatro manos.