Salud y Bienestar

La testosterona también es vital para la mujer

Desde mediados del siglo pasado, se ha investigado el uso de andrógenos en mujeres, particularmente en aquellas que han sido sometidas a ooforectomía o cuya función ovárica ha sido afectada por tratamientos como quimioterapia o radioterapia. Greenblatt y Salmon, en la década de 1940, identificaron el papel de la testosterona en el deseo y la respuesta sexual femenina.

Es fundamental comprender el rol de los andrógenos en las mujeres. Los andrógenos biológicamente activos incluyen el sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S), la dehidroepiandrosterona (DHEA), la androstenediona, la testosterona y la dihidrotestosterona. Aproximadamente el 25% de la producción de estos andrógenos ocurre en las glándulas suprarrenales, otro 25% en los ovarios y el resto en otros tejidos. En donde ejerce su efecto, la testosterona circulante se convierte en dihidrotestosterona y posteriormente en estradiol.

La Dra. Carmen Mantellini, Ginecobstetra comenta “Los niveles de andrógenos disminuyen con la edad, comenzando a partir de los 30 años. La menopausia no se asocia con una disminución rápida en la producción de andrógenos, ya que el ovario posmenopáusico sigue siendo hormonalmente activo y representa entre el 40% y el 50% de la producción de testosterona en esta etapa”.

¿Qué efectos tienen los andrógenos?

  • Efecto cardiometabólico: Mejora los niveles de una sustancia conocida como oxido nítrico que favorece la vasodilatación, lo que se traduce en una mejor circulación.  
  • Efecto sobre piel y cabello: Las mujeres con pérdida de cabello de patrón femenino tienden a tener proporciones más altas de andrógenos a estrógenos. En la piel, estimulan el crecimiento y la función secretora de las glándulas sebáceas, lo que aumenta la producción de sebo, y a su vez proporciona un medio de crecimiento para Cutibacterium acnés, la bacteria causante del acné. 
  • Efecto musculoesquelético: Los niveles bajos de andrógenos se han asociado con una baja masa ósea y un mayor riesgo de fracturas vertebrales y de cadera. Por el contrario, los niveles más altos de testosterona libre en mujeres posmenopáusicas se han asociado con un menor riesgo de fractura de cadera.  Adicionalmente la testosterona aumenta la masa muscular y la densidad mineral ósea- También modulando la respuesta al dolor, en el Sistema Nervioso Central. Este efecto ha sido estudiado en particular en pacientes con fibromialgia, una condición de dolor crónico acompañado de depresión o ansiedad.
  • Efecto en la función sexual femenina: La disfunción sexual femenina es multifactorial, a menudo influenciada por factores biológicos, emocionales, culturales e interpersonales. Puede manifestarse como disminución del deseo sexual, relaciones sexuales dolorosas y disminución de la excitación o la respuesta orgásmica, o ambas. Entre los síntomas que pueden presentarse tenemos:
  1. Falta de motivación para la actividad sexual
  2. Pérdida del deseo de iniciar o participar en la actividad sexual
  • Efecto sobre el ánimo, la memoria y las capacidades cognitivas: Tanto la testosterona como el estrógeno en el cerebro estimulan los sistemas dependientes de dopamina y serotonina, impactando positivamente el ánimo y la sensación de bienestar.

También es cierto que las mujeres tienen más del doble de probabilidades que los hombres de padecer trastornos del estado de ánimo. Esta diferencia nos indica un papel potencial de las hormonas gonadales en la etiología de la ansiedad y los trastornos depresivos.

“Solo en la menopausia, aproximadamente dos tercios de las mujeres refieren y notan un deterioro cognitivo, comúnmente llamado niebla mental junto a una amplia gama de síntomas que incluyen fatiga, dificultad para concentrarse, mala memoria, disminución de la fluidez verbal y reducción de la capacidad para realizar múltiples tareas y planificar” asevera Mantellini.

Si bien los estudios clínicos de la terapia con testosterona en mujeres son más limitados, algunas pruebas respaldan las funciones ansiolíticas y antidepresivas de la testosterona.

Efecto en el área urogenital: El síndrome genitourinario de la menopausia (GSM), es un término general que describe la disfunción urinaria, genital y sexual como resultado de una disminución en los niveles de hormonas sexuales. Afecta hasta al 70% de las mujeres posmenopáusicas y, sin tratamiento, los síntomas tienden a progresar con el tiempo

Una vez que se ha tomado la decisión de iniciar la testosterona sistémica, se recomienda verificar los niveles basales de testosterona antes de iniciar la terapia, para luego seguirse niveles deben seguirse de 3 a 6 semanas después de iniciar el tratamiento y cada 6 meses a partir de entonces para evitar la toxicidad y la dosificación supra fisiológica.

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