Salud y Bienestar

Día Mundial del Sueño: «Dormir bien no son las horas, sino liberar la mente de conflictos»

Como creador de la reprogramación consciente y CEO del Instituto de Desarrollo Interior (IDI) en España, Carrasco considera que el verdadero descanso no se deriva de dormir mucho, sino de liberar a la mente del conflicto.

Cada año, el 14 de marzo se conmemora el Día Mundial del Sueño, una iniciativa que busca concientizar sobre la importancia del descanso y la prevención de los trastornos a la hora de dormir.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que al menos 40% de la población tiene inconvenientes para dormir bien. El insomnio es una patología muy frecuente en la población general. Se estima que de 10 a 15 % de la población adulta padece insomnio crónico y  25 a 35 % ha sufrido un insomnio ocasional o transitorio en situaciones estresantes.

ParaJorge Carrasco, desde una perspectiva antropológica,el insomnio puede interpretarse como una manifestación de cómo las estructuras sociales, los cambios culturales y los miedos que aparecen con la edad impactan en el bienestar colectivo.

Factores como la globalización, la hiperconectividad digital, los horarios laborales extensos, los efectos secundarios de ciertos medicamentos y las preocupaciones que algunas personas experimentan con la edad, influyen significativamente en nuestros patrones de sueño.

Pero, ¿qué sucede cuando, una vez descartados todos estos factores, el insomnio sigue vivo en nuestros ciclos de sueño nocturnos?

El CEO del Instituto de Desarrollo Interior (IDI), comenta que «hablando con una conocida genetista, sobre el trastorno de ansiedad, expresaba que cuando una persona no duerme, suele ser producido por una falta de producción de melatonina, y como tal, había que responder dándole melatonina”.

Pero, no lejos de esta afirmación, a veces pasamos por alto la siguiente pregunta: ¿Por qué el cuerpo deja de producir melatonina? ¿Qué ha sucedido para que la inteligencia que maneja el funcionamiento total de nuestro vehículo corporal, dé la orden de dejar de producir dicho componente?».

«En algunos casos,hacer una investigación de nuestros traumas a la hora de abordar cualquier sintomatología -una vez hemos descartado otros elementos causantes de dicha afección- puede arrojar claves importantes para entender la raíz del problema «, explica Carrasco.

En este sentido señala que, el peso de la memoria histórica es un elemento a tener en cuenta en nuestra vida. Pues toda la evolución del sistema de supervivencia del ser humano sigue activo en nosotros.

«Cuando la mente está en calma, es cuando el descanso puede darse como consecuencia de haber alcanzado dicho estado mental», concluye.

Para dar más contexto a esta afirmación, desde su experiencia en autoconocimiento y reprogramación conciente, Jorge Carrasco narra una historia que aporta mucha claridad al tema.

REPROGRAMACIÓN

Maria era una mujer de mediana edad que llevaba ocho años viviendo con un insomnio crónico que parecía resistirse a cualquier solución convencional. Cuando se presentó en consulta, sus ojos reflejaban el cansancio de quien ha estado luchando en una guerra interna silenciosa. Al escucharla hablar sobre su padecimiento, le hizo una pregunta clave:

—María, ¿qué sucedió justo antes de que apareciera tu insomnio?

En ese momento, María bajó la mirada, como si estuviera desenterrando un recuerdo al que había decidido no volver. Finalmente, su voz, cargada de una mezcla de nostalgia y dolor, rompió el silencio:

—Dejé a mi marido. Ya no estaba enamorada de él.

Asentí suavemente, consciente de que ese momento de sinceridad era solo la punta del iceberg. Para comprender más, le pregunté:

—¿Tenías hijos en ese momento?

—Sí —respondió con un suspiro profundo—, tenía dos hijos. El mayor tenía siete años y el menor, cuatro.

Describe el especialista queno era difícil imaginar el peso emocional que había cargado María al tomar esa decisión. Separarse de una pareja puede ser doloroso en cualquier circunstancia,pero hacerlo cuando hay hijos de por medio añade una complejidad emocional casi indescriptible. La ruptura de un matrimonio no solo implica el fin de una relación; es, a menudo, una sacudida al sistema familiar en el que cada miembro debe encontrar de nuevo su lugar.

Entonces formuló la pregunta que cambiaría el rumbo de su conversación:

—María, ¿te sientes desterrada de tu sistema familiar?

La palabra destierro pareció impactarla de inmediato. Sus ojos se abrieron como si algo dentro de ella acabara de hacer clic. Tras unos segundos de silencio, habló, y esta vez, su voz tenía un matiz distinto, una mezcla de revelación y dolor profundo:

—¡Siempre me he sentido así! De hecho, fui yo quien se fue de la casa. Mis hijos se quedaron con mi marido, y desde entonces me siento como una extraña ante ellos. Es como si al tomar esa decisión hubiese perdido mi vida.

María había puesto en palabras algo que llevaba años sofocando en su interior: el sentimiento de haber sido desterrada, no solo físicamente, sino emocional y simbólicamente, de su propio clan.

Desde una perspectiva psicológica y antropológica, la mente puede asociar una ruptura matrimonial con un destierro del clan. Esta analogía surge porque ambas situaciones, aunque distintas en su contexto, comparten elementos fundamentales que afectan profundamente la identidad, la seguridad emocional y el sentido de pertenencia.

A este respecto, el especialista concluye que «el verdadero descanso no se deriva de dormir mucho, sino de liberar a la mente del conflicto».

En este caso, la resolución del problema radicó en identificar el dolor emocional oculto tras los síntomas y guiar a María hacia una reinterpretación consciente de los hechos.

Exploró su historia incluyendo a todos los protagonistas, con un enfoque en el diálogo interno, la aceptación y la autocompasión. A través de este proceso, cuenta que María pudo liberar una culpa profundamente arraigada que la mantenía emocionalmente desterrada.

Al perdonarse y reconciliarse consigo misma, experimentó una sensación de alivio profundo, como si el castigo autoimpuesto finalmente se hubiese levantado, permitiéndole recuperar su paz interior.

Una semana después volvió a ver a María, le contó que esa misma noche, tras nuestra sesión, durmió de manera algo inquieta, pero logró descansar casi 6 horas seguidas, lo cual era un verdadero logro para ella. Al día siguiente, alcanzó 7 horas de sueño, aunque aún con sueños algo agitados. Sin embargo, a partir del tercer día, su descanso comenzó a estabilizarse, recuperando gradualmente un patrón natural de sueño durante el resto de la semana.

Para la mente de María, según el especialista, dormir era un riesgo ya que, según la configuración perceptual de su experiencia, al sentirse desterrada, la mente interpreta que si se queda dormida corre peligro, pues si se ha separado de su clan, se encuentra desprotegida y su sistema de supervivencia debe mantenerse alerta ante cualquier peligro.

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